Lo mejor que le puede pasar a una agente literaria (Debra Ginsberg)

TITULO: Lo mejor que le puede pasar a una agente literaria
AUTOR: Debra Ginsberg
EDITORIAL: Maeva

Sinopsis Editorial: 

Angel Robinson es una fanática de la literatura y lleva trabajando en una pequeña librería de San Francisco desde sus tiempos de estudiante. Pero cuando la librería debe cerrar por problemas económicos, Angel no tiene más remedio que buscar un nuevo empleo. Gracias a un anuncio que le enseña su novio, Malcolm, un escritor en ciernes, Angel empieza a trabajar como ayudante de la famosa agente literaria Lucy Fiamma. Obligada a lidiar con el ego desmesurado de su jefa y las excentricidades de algunos autores, Angel consigue ganarse un merecido prestigio gracias a su talento para descubrir nuevos talentos literarios.

Sin embargo, la llegada del primer capítulo de un extraño manuscrito a su despacho supondrá un importante trastorno para ella. En efecto, la misteriosa novela parece recrear episodios reales de la vida la propia Angel, revelando incluso secretos que sólo ella conoce.

Hoy os traigo un libro que confieso compré porque el título me llamó muchísimo la atención y sinceramente porque me costó 1,66€ de segunda mano, así que si no me gustaba tampoco me iba a importar mucho, sin embargo debo decir que la lectura no ha estado nada mal, la verdad y he pasado unas horas de lo más entretenida e intrigada con la historia que aquí se narra.

La protagonista de la novela (Angel Robinson) apasionada de la lectura, debe buscar un nuevo trabajo cuando la librería en la que trabaja echa el cierre. Su novio (un futuro escritor de éxito, o al menos eso piensa él) le anima a presentarse a un puesto de trabajo como ayudante de la reconocidísima agente literaria Lucy Fiamma. Aunque se presenta a la entrevista sin muchas esperanzas es rápidamente contratada y todavía más rápido demostrará que tiene un olfato infalible para detectar entre los cientos de manuscritos que reciben las obras que valen la pena. Sin embargo trabajar para Lucy es una auténtica locura ¿Habéis visto “El diablo se viste de Prada”? ¿Recordáis el estrés al que estaba sometido el personaje de Anne Hathaway?... Pues aquí pasa lo mismo pero con manuscritos entre las manos. Para colmo de males, entre todos esos manuscritos hay uno que sin tener mala pinta, le pone los pelos de punta a Angel porque en la historia que va narrando se reconoce a ella misma y a algunas de las personas que la rodean. ¿Hay alguien vigilándola? ¿Quién será ese misterioso autor que se niega a revelar su nombre y que parece conocerla tan bien?

Como os decía, el libro me ha gustado y me ha entretenido, pero también me ha estresado como si fuera yo la que trabajara para Lucy Fiamma, que además resulta ser un personaje bastante odioso, no es agradable, no es simpática, no facilita el trabajo de nadie y exige a sus trabajadores un ritmo laboral imposible de seguir. Creo que la autora consigue perfectamente ponernos en la piel de Angel y sentir con ella ese amor/odio por un trabajo que la agota pero que sorprendentemente descubre que se le da muy bien. Además ese toque de misterio por saber quién es el autor anónimo le aporta a la historia una intriga que se mantiene casi hasta el último momento.

Esta una novela de lectura ágil, con un buen ritmo, que te muestra el trabajo dentro de una agencia literaria (espero que no sean todas así, la verdad), la búsqueda, entre todo lo que van recibiendo, de ese “boom” que irrumpa en el mercado, la puja por las editoriales, la relación de los agentes y los escritores, que en muchos momentos más que un “pulido” de las obras, me ha parecido casi una reescritura total... y sinceramente todo esto ha resultado algo muy novedoso para mí y por eso me ha sorprendido y me ha gustado más de lo que esperaba. Creo que es una entretenida y recomendable novela, pero también creo que está descatalogada, así que como no sea de segunda mano, pienso que nos será fácil de conseguir.
El peso y el tacto de un libro nuevo en mis manos me hacían sentir una mezcla de placer y vértigo; el aroma de las hojas, su lisura me producían un deleite sensual; me encantaban la tersura y los colores brillantes de las cubiertas. Para mí, una pirámide de libros, apilados y sin abrir aún, era uno de los diseños arquitectónicos más sexis del mundo. Porque lo que más me gustaba de los libros era la promesa que encerraban, esa sensación de morirme de ganas por averiguar qué secreto guardaban las tapas, esperando a ser descubierto.

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