AUTOR: M. C. Beaton
EDITORIAL: Salamandra
Sinopsis Editorial:
Devastada por su matrimonio fallido con James, Agatha ya no sabe qué hacer. Y, como suele pasarle, escoge la peor opción de todas: seguir a su amado coronel retirado hasta Chipre, adonde el novio fugado se ha trasladado para recuperarse de la vergüenza y de la humillación sufridas.
Pero en lugar de disfrutar de una luna de miel romántica bajo los cielos protectores de esta isla mediterránea, son testigos del asesinato de una turista inglesa en una discoteca.
¿Podrá el dúo olvidar sus diferencias y retomar su asociación detectivesca extrañamente próspera? Fiel a su reputación, Agatha se lanza a investigar aun a riesgo de dejar escapar a James, que ya está harto de sus excentricidades
Comencé a leer las novelas de Agatha Raisin en 2018 cuando el todavía existente Círculo de Lectores empezó a publicarlas y de hecho tengo hasta la entrega número 8 de las más de treinta que componen la serie, pero tenía pendiente de lectura este sexto libro porque alguien en Círculo de Lectores decidió no publicarlo. ¿Por qué? os preguntaréis. Creo que esto ya lo había comentado en alguna reseña de Agatha, pero obviamente yo también me lo pregunté y la respuesta “literal” de atención al cliente fue:
“Desde el equipo editorial nos comunican que prefirieron no incluir la novela ... porque no mantenía la continuidad de la trama como sí hacen las otras de la serie".
En definitiva, que a Círculo le salió de las narices que nos leyéramos el séptimo libro sin publicar el sexto y punto pelota.
Total, que no ha sido hasta ahora, que Salamandra está publicando la serie desde el principio, que he podido hacerme con la novela.
Agatha es un personaje que siempre me ha gustado. Estas son novelas muy ligeritas, y ella un personaje divertido, pero el haber leído ya la séptima y octava entrega y quizás esa eterna espera hasta poder leer la sexta, creo que le ha hecho un flaco favor al libro, o al menos yo no he disfrutado prácticamente nada de su lectura y soy la primera sorprendida.
La diferencia sustancial con las cinco lecturas previas con respecto al escenario de la novela es que en esta ocasión los asesinatos no se comenten en la campiña inglesa, sino que nos trasladamos a Chipre que es donde Agatha tenía previsto pasar su luna de miel tras la boda (que al final no se celebró) con el coronel Lacey.
Aunque no hubo boda, Lacey se marchó a Chipre y Agatha no dudó en salir tras él para intentar recuperarlo, pero es que además como parece que allá donde va la persiguen los muertos, pues en Chipre no iba a ser distinto y no tardará en morir una turista británica a la que Agatha acababa de conocer recientemente. Por supuesto está decidida a meter las narices y utilizar su ya experiencia en resolver crímenes para encontrar al culpable, les guste o no a las autoridades chipriotas.
En esta ocasión formar pareja detectivesca con Lacey no será tan fácil, aunque da con él en Chipre su relación está pasando por un momento muy delicado y además aparecerá en escena Charles, un baronet algo rácano que todavía empeorará las cosas entre ellos y que sinceramente creo que aunque es un tipo un poco “jeta”, es el que más se preocupa de Agatha durante su estancia en Chipre.
En general el libro me ha aburrido bastante, lo reconozco. Hay momentos en que parece una guía turística de Chipre y el caso de asesinato tampoco me estaba interesando especialmente, ni siquiera las amenazas que parece recibir Agatha lo han hecho más interesante.
Tanto ella como Lacey me han resultado cargantes. Él muy frío, distante (por otro lado algo lógico tras el quinto libro), pero sobre todo muy antipático y ella sintiendo lastima de sí misma continuamente y un poquito insoportable, la verdad. Yo no acabo de entender esta obsesión con Lacey porque sinceramente muy enamorado no lo he visto en ninguna entrega.
Total, que estaba deseando terminar un libro que en circunstancias normales me habría durado, como los que he leído previamente, apenas una tarde. Dudo mucho que aunque publiquen los 32 ó 33 de la serie los lea, quizás un par más, no lo sé. De momento no me quedo con ganas de continuar, la verdad.