Una familia es hallada asesinada en su propia casa. La Unidad de Homicidios de Torkel Hölgrund se hace cargo del caso, una investigación que se complica aún más al descubrir el cadáver del que era el principal sospechoso del crimen.
Pero hay alguien que ha sobrevivido: Nicole, la sobrina de diez años de la pareja, cuyas pisadas llevan al gran bosque que se extiende tras la casa familiar. Sebastian Bergman deberá encontrarla antes de que sea demasiado tarde.
Ficha del libro: AQUÍ
No me voy a extender demasiado en esta reseña, la verdad. Como sabéis es la cuarta entrega de la Serie Bergman, de la que hasta el momento hay cinco títulos publicados, pero al ser precisamente un serie, es complicado ya en la cuarta entrega escribir una reseñar sin hacer spoilers de los anteriores.
Es cierto que esta novela narra un nuevo caso criminal que nada tiene que ver con las anteriores novelas, pero si sois seguidores de la serie (y si no lo sois ya os lo digo yo), la parte personal de los protagonistas habituales tiene un gran peso en la historia y a cada nueva entrega vamos descubriendo más cosas y algunas verdaderamente sorprendentes.
Con los pelos de punta me ha dejado el final, donde uno de estos personajes principales muestra una forma de ser y actuar que era imposible asociar con él, o al menos yo no lo vi venir por ningún lado y directamente me ha dejado muerta.
Pero bueno, por comentar un poquito todo el tema, os diré que la trama de este cuarto caso me ha gustado mucho y creo que remonta un poco las sensaciones que me dejó el tercer libro. De todos modos, para mí, sin haber leído el último que se ha publicado, el segundo sigue siendo el mejor.
La novela comienza con el asesinato a sangre fría de una familia al completo, un matrimonio y sus dos hijos. Parece que el asesino tenía muy claro su objetivo, pero pasó algo por alto, porque parece que había una quinta persona en la casa que tras ser testigo de los asesinatos ha desaparecido. La búsqueda de ese testigo por un lado y la investigación para averiguar quién y por qué murieron consigue atrapar la atención del lector enseguida y mantener el misterio hasta el final. Además los capítulos son bastante cortos y resulta fácil acabar uno y pasar al siguiente por más que uno quiera plantarse diciendo "uno más y lo dejo". El estilo de los autores hace la lectura muy ágil, gracias sobre todo a la gran cantidad de diálogos y además saben como nadie equilibrar la parte de la investigación con la parte personal, donde evidentemente hay una evolución de los personajes...
El Sebastian Bergman que encontramos en esta historia es muy diferente al que conocimos en el primer libro. Sigue siendo egoista y egocéntrico, pero aquí nos muestra su parte más humana y confieso que me ha resultado realmente extraño verlo en ese papel.
Vanja, no está pasando por su mejor momento... y lo que le queda. Odia las mentiras y parece que su vida ha estado basada en todo un cúmulo de ellas.
Billy sigue con su novia y tiene la sensación de que su relación va a toda velocidad pero tampoco hace nada para poner freno a todos los planes que tiene su chica.
Torkel sigue siendo un buen jefe, pero en lo que a su vida personal se refiere, no acaba de encontrar el camino. Está enamorado de alguien que no le puede ofrecer lo que él busca.
Y Úrsula, que es una parte muy importante de este equipo apenas sale en la novela, a consecuencia del final del libro anterior, pero ese breve momento en el que presta su ayuda a sus compañeros, será de vital importancia en el desarrollo de la investigación.
Como siempre he disfrutado muchísimo de esta lectura y no he empezado a leer el quinto porque sé que cuando lo terminé querré leer el sexto y todavía no se ha publicado, así que esperaré un poco, pero me he quedado (como siempre) con muchas ganas de saber cómo continúa todo lo que tiene que ver con las vidas personales de estos personajes, sobre todo con la de.... no. Mejor no lo digo.
Primeras páginas: AQUÍ
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