Durante más de una década Ulla, de setenta y cuatro años, ha cuidado de su marido impedido, un hombre mezquino y casi alcohólico. En el funeral, un único pensamiento ocupa su cabeza: ¡Por fin!
Desde ese momento retoma el contacto con viejos amigos y vive cada día como si fuera el último. Sus hijos, ya adultos, tratan de poner límite a su recién descubierto desenfreno, pero no están preparados para el desafío que está a punto de aparecer de la mano de un caballero de cierta edad...
Aunque todavía tengo pendiente de lectura la Trilogía de Helsinki, protagonizada por "Tres abuelas", me animé con esta novela porque me pareció algo totalmente diferente, la portada y el título me invitaban a pensar que al menos iba a ser una lectura divertida y efectivamente yo me he divertido bastante leyéndola, pero ya sabemos que esto de las risas es algo muy particular y lo que a uno le hace gracia a otro le deja totalmente indiferente, así que avisados quedáis. De todos modos, es una novela que tiene un transfondo mucho más profundo y desde luego invita a reflexionar sobre la vida en la tercera edad, eso que a todos nos parece muy lejano, pero que acaba llegando (si hay suerte).
La protagonista de esta historia es Ulla, una mujer de setenta y cuatro años, que ha pasado los últimos doce cuidando de un marido que sufrió un infarto cerebral y quedó convertido en una persona totalmente dependiente para absolutamente todo. Ulla no ingresó a su marido en una residencia porque lo que se esperaba de ella era que cumpliera con su obligación y cuidara de su esposo. Si al menos ese esposo hubiera sido un hombre cariñoso con el que guardara bellos recuerdos de su convivencia, y no el alcohólico, ruín, egoista y frío hombre que resultó ser, al menos el sacrificio hubiera valido la pena, pero Ulla siente que esos últimos doce años han sido tiempo perdido. Bueno en realidad casi toda su vida en común y cree que ahora por primera vez puede empezar a vivir la vida, pero ¿por dónde empezar? Sus dos hijos Marko y Susanna además no ayudan demasiado, de repente están pendientes de ella a todas horas, entran en su casa con sus propias llaves sin avisar y comienzan a organizarle la vida como si en un santiamén se hubiera vuelto una anciana senil, sin embargo hasta la muerte de su padre, bien que la consideraron capacitada para cuidar de él y ahora que se ha quedado sola, no dudan en encasquetarle sin consulta previa o bien a unos nietos de lo más maleducados, vástagos de su hijo, o al perro de su hija.
El caso es que Ulla les escucha sin rechistar, pero todo le entra por un oído y le sale por el otro y mientras ellos planean lo que es mejor para su madre, ella hace planes sin consultarles. Ahora que ha recuperado a un par de amigas de toda la vida (con otros ya no ha llegado a tiempo), no tiene intención de quedarse a vivir en esa aislada y solitaria casa que compró su marido y que queda lejos de todas partes, así que enseguida toma una decisión.
La verdad, es que la historia me ha gustado mucho, me ha parecido fresca, divertida y muy entretenida, donde la autora reinvidica que las personas de más de setenta años son como todas las demás. Tienen ganas de reír, de disfrutar de la vida, del sexo, de hacer planes sin "pedir permiso", de aprender idiomas, de ir a bailar y de cogerse una buena cogorza si les apetece y la actitud de la sociedad y en este caso de los hijos de Ulla a veces es exagerada.
También es cierto que los setenta años de una persona, pueden ser muy diferentes de los de otra, y es que, evidentemente, cada persona es un mundo y de lo que se trata es de respetar las decisiones de cada uno. Ulla siente que ha pasado toda la vida al servicio de unos hijos y un marido egoísta y ahora quiere vivir lo que le quede de vida como le apetezca. Además la preocupación que transmiten sus hijos es muy interesada, Susanna la empieza a tratar como si fuera una niña pequeña a la que de repente llama "cariño" a todas horas y Marko resulta especialmente frío, muy preocupado sobre la parte económica ¿Y si de repente su madre se enamora de alguien que la deja sin blanca? En fin...
Probablemente si su vida familiar hubiera sido de otro modo, a lo mejor hubiera tomado otra decisión, pero ¿quiénes somos los demás para decidir sobre el futuro de nuestros padres si ellos están en pleno uso de sus facultades mentales? ¿Que quieren volver a rehacer su vida con otra persona? Estupendo ¿Qué prefieren vivir solos? Estupendo también. Lo que tengo claro es que hay que tratar a los demás como queremos que llegado el momento nos traten a nosotros, al menos mientras uno se pueda valer por sí mismo y hacer lo que le venga en gana.
A mí me han encantado las reflexiones de Ulla, que son la parte más seria del libro y donde nos cuenta cómo fue su vida familiar y es imposible no ponerse de su lado y querer mandar a sus dos hijos a freír espárragos. ¡Vive y deja vivir, carajo! ¡Tan difícil es!
También me han gustado mucho las amigas de Ulla. Lo distintas que son, Hellu, obsesionada con el tema de la salud y Pike obsesionada con la edad y muy aficionada al drinking. Esta última me ha recordado a Blanche Deveraux de "Las chicas de oro" en versión nórdica y diría que la mujer de la portada es más Pike que Ulla.
En fin, que la novela que me ha dado lo que buscaba, risas, entretenimiento y reflexión. Está escrita de un modo sencillo (lo más complicado como siempre en la literatura nórdica son los nombres) y se lee en un visto y no visto. Una buena historia para desconectar de lecturas más espesitas.
Desde ese momento retoma el contacto con viejos amigos y vive cada día como si fuera el último. Sus hijos, ya adultos, tratan de poner límite a su recién descubierto desenfreno, pero no están preparados para el desafío que está a punto de aparecer de la mano de un caballero de cierta edad...
Aunque todavía tengo pendiente de lectura la Trilogía de Helsinki, protagonizada por "Tres abuelas", me animé con esta novela porque me pareció algo totalmente diferente, la portada y el título me invitaban a pensar que al menos iba a ser una lectura divertida y efectivamente yo me he divertido bastante leyéndola, pero ya sabemos que esto de las risas es algo muy particular y lo que a uno le hace gracia a otro le deja totalmente indiferente, así que avisados quedáis. De todos modos, es una novela que tiene un transfondo mucho más profundo y desde luego invita a reflexionar sobre la vida en la tercera edad, eso que a todos nos parece muy lejano, pero que acaba llegando (si hay suerte).
La protagonista de esta historia es Ulla, una mujer de setenta y cuatro años, que ha pasado los últimos doce cuidando de un marido que sufrió un infarto cerebral y quedó convertido en una persona totalmente dependiente para absolutamente todo. Ulla no ingresó a su marido en una residencia porque lo que se esperaba de ella era que cumpliera con su obligación y cuidara de su esposo. Si al menos ese esposo hubiera sido un hombre cariñoso con el que guardara bellos recuerdos de su convivencia, y no el alcohólico, ruín, egoista y frío hombre que resultó ser, al menos el sacrificio hubiera valido la pena, pero Ulla siente que esos últimos doce años han sido tiempo perdido. Bueno en realidad casi toda su vida en común y cree que ahora por primera vez puede empezar a vivir la vida, pero ¿por dónde empezar? Sus dos hijos Marko y Susanna además no ayudan demasiado, de repente están pendientes de ella a todas horas, entran en su casa con sus propias llaves sin avisar y comienzan a organizarle la vida como si en un santiamén se hubiera vuelto una anciana senil, sin embargo hasta la muerte de su padre, bien que la consideraron capacitada para cuidar de él y ahora que se ha quedado sola, no dudan en encasquetarle sin consulta previa o bien a unos nietos de lo más maleducados, vástagos de su hijo, o al perro de su hija.
El caso es que Ulla les escucha sin rechistar, pero todo le entra por un oído y le sale por el otro y mientras ellos planean lo que es mejor para su madre, ella hace planes sin consultarles. Ahora que ha recuperado a un par de amigas de toda la vida (con otros ya no ha llegado a tiempo), no tiene intención de quedarse a vivir en esa aislada y solitaria casa que compró su marido y que queda lejos de todas partes, así que enseguida toma una decisión.
La verdad, es que la historia me ha gustado mucho, me ha parecido fresca, divertida y muy entretenida, donde la autora reinvidica que las personas de más de setenta años son como todas las demás. Tienen ganas de reír, de disfrutar de la vida, del sexo, de hacer planes sin "pedir permiso", de aprender idiomas, de ir a bailar y de cogerse una buena cogorza si les apetece y la actitud de la sociedad y en este caso de los hijos de Ulla a veces es exagerada.
Minna Lindgren |
También es cierto que los setenta años de una persona, pueden ser muy diferentes de los de otra, y es que, evidentemente, cada persona es un mundo y de lo que se trata es de respetar las decisiones de cada uno. Ulla siente que ha pasado toda la vida al servicio de unos hijos y un marido egoísta y ahora quiere vivir lo que le quede de vida como le apetezca. Además la preocupación que transmiten sus hijos es muy interesada, Susanna la empieza a tratar como si fuera una niña pequeña a la que de repente llama "cariño" a todas horas y Marko resulta especialmente frío, muy preocupado sobre la parte económica ¿Y si de repente su madre se enamora de alguien que la deja sin blanca? En fin...
Probablemente si su vida familiar hubiera sido de otro modo, a lo mejor hubiera tomado otra decisión, pero ¿quiénes somos los demás para decidir sobre el futuro de nuestros padres si ellos están en pleno uso de sus facultades mentales? ¿Que quieren volver a rehacer su vida con otra persona? Estupendo ¿Qué prefieren vivir solos? Estupendo también. Lo que tengo claro es que hay que tratar a los demás como queremos que llegado el momento nos traten a nosotros, al menos mientras uno se pueda valer por sí mismo y hacer lo que le venga en gana.
También me han gustado mucho las amigas de Ulla. Lo distintas que son, Hellu, obsesionada con el tema de la salud y Pike obsesionada con la edad y muy aficionada al drinking. Esta última me ha recordado a Blanche Deveraux de "Las chicas de oro" en versión nórdica y diría que la mujer de la portada es más Pike que Ulla.
En fin, que la novela que me ha dado lo que buscaba, risas, entretenimiento y reflexión. Está escrita de un modo sencillo (lo más complicado como siempre en la literatura nórdica son los nombres) y se lee en un visto y no visto. Una buena historia para desconectar de lecturas más espesitas.
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