Mucho se ha hablado del terrorismo de ETA en las décadas de los 70 y 80, pero nunca se había escrito esta historia desde la mirada limpia e inocente de los niños cuyos padres estaban amenazados o fueron asesinados por la organización terrorista. La autora fue uno de esos niños que al igual que otros, vivió unos acontecimientos que ningún niño debería vivir jamás.
El testimonio novelado Los niños de Lemóniz es la suma de recuerdos recuperados. Habla de personas, emociones y situaciones, pero sobre todo habla de niños, de cómo ellos vivieron esa realidad, de cómo sus padres, ante situaciones límite, intentaban ocultar lo que estaba ocurriendo con el único objetivo de protegerlos. Niños que nunca fueron tenidos en cuenta, ni siquiera en las estadísticas. Y también habla de mujeres, de madres que, a pesar de su juventud, fueron extremadamente valientes, generosas, protectoras y luchadoras.
Hoy os traigo un libro que me ha hecho retroceder en el tiempo pero mucho además y lo más increíble de todo es que habiendo viviendo en el País Vasco desde que nací en el '70 hasta que me marché en el '86 no recordaba en absoluto la historia de la central nuclear de Lemóniz. Yo pensé que iba a leer una novela que hablaba de ETA pero no utilizando un hecho real como fue todo lo que ocurrió con la central y para mí ha sido una auténtica sorpresa desconocer absolutamente todo de esta historia.
Por supuesto soy consciente de que cuando se empezó a construir la central, yo solamente tenía dos años y diez cuando el proyecto quedó definitivamente paralizado, ya que nunca llegó a ponerse en marcha, y también soy consciente de que aunque lo de Lemóniz en concreto no me sonaba, al ir creciendo, escuchar noticias sobre atentados para mí era algo habitual, así que lo más probable es que sí haya oído hablar de los atentados relacionados con la central y sobre todo con los asesinatos de 5 personas relacionadas con ella. Es una pena crecer normalizando algo así, pero así crecí y no dejaba de extrañarme que de vez en cuando nuestra familia en Galicia llamara para preguntar "cómo iba todo por allí". Las cosas que sí he recordado perfectamente, han sido los programas de televisión que Ángela, la protagonista de esta novela, veía en televisión, porque eran los mismo que veía yo, o la música que sonaba entonces y también recuerdo claramente el año del golpe de estado del año 81, aunque no entendiera demasiado qué era lo que estaba pasando, pero todo lo demás ha sido una tremenda lección de historia, combinada con las vivencias en primera persona de las familias afectadas.
Y es que "Los niños de Lemóniz" pone voz a los recuerdos de esos niños, hijos de los trabajadores de la central nuclear amenazados por ETA, cuyos padres, sobre todo sus madres, intentaban que tuvieran una infancia feliz y que no percibieran el miedo y la angustia que los adultos sentían, inventando para ello juegos como el de buscar duendes (bombas) debajo del coche antes de subir a él, el de bajar las persianas y jugar a las tinieblas (cuando las piedras volaban hacia las ventanas), el de aprenderse las matrículas de los coches que veían cada día, el de no coger el teléfono salvo que sonara tres veces o sentarse en sitios públicos siempre de frente a la puerta de entrada. Transformando los momentos de miedo en juegos los niños percibían la realidad de otro modo, y aunque no eran realmente conscientes de lo que pasaba sí se daban cuenta de que algo ocurría pero no a todo el mundo le afectaba igual.
La novela nos cuenta como un grupo de ingenieros, los mejores en su campo, son contratados para poner en funcionamiento una central nuclear. Evidentemente este tipo de empresas siempre tiene muchos detractores, y Lemóniz no era la excepción, el problema surgió, cuando ETA decidió intervenir en el asunto por encima de las voces de los ecologistas y las manifestaciones y protestas empezaron a convertirse en atentados. Hasta 300 atentados hubo relacionados con esta central, muchos de ellos destrozaron material, vehículos e incluso subestaciones de Iberduero, pero lo peor se lo llevaron cinco personas, las cinco víctimas mortales que siempre irán asociadas a esta "guerra" que acabó ganando la banda terrorista.
"Los niños de Lemóniz" es la historia del día a día de estas familias a las que poco a poco todo el mundo va dando la espalda, aunque a veces solamente por miedo a que se les relacione con alguien que está "señalado". A medida que uno avanza en la lectura, va notando esa angustia diaria que empezaba cuando el marido salía de casa y que no terminaba hasta que llamaba diciendo que volvía. Entonces comenzaba la cuenta atrás de los minutos que le llevaba llegar al hogar. Es increíble que a través de la inocencia y los ojos de los niños, que a pesar de todo te das cuenta de que llevaban un infancia feliz, seamos capaces de notar el aislamiento al que poco a poco se va sometiendo a estas familias, hasta que la tragedia se cierne sobre ellos, cuando ETA mata al ingeniero jefe y más tarde a su sucesor.
Fue tremendo tener que elegir entre trabajar en algo en lo que eres bueno, en un lugar que te gusta o simplemente estar vivo. Ellos estaban convencidos de que no podían ser un objetivo para ETA. Solamente eran los ingenieros de una obra civil y no los objetivos habituales de la banda terrorista, guardias civiles, policías, políticos..., pero... se equivocaron. Cuando ETA secuestró al Ingeniero Jefe exigió para su liberación la demolición de la central en una semana, algo a todas luces imposible, así que fue ejecutado sin contemplaciones (cuánto me he acordado de Miguel Ángel Blanco, al leer este sobre este asesinato). Además todos los técnicos de Lemóniz empezaron a recibir cartas de amenazas de muerte. La situación se volvió insostenible para todos ellos, que además ya no sabían en quién podían confiar, porque dentro de la propia central había partidarios de ETA.
Personalmente, creo que lo mejor de esta novela, además de haber aprendido mucho, sobre algo que desconocía, y sobre lo que después he leído bastante en internet, ha sido el enfoque que ha elegido la autora para contarla. Me ha encantado que antes de cada capítulo, haya elegido titulares de los periódicos de la época (al menos entiendo que eso son) para marcar el contexto de los capítulos y además elegir un punto de vista infantil, me ha parecido no solo muy acertado, sino también muy bien logrado. Todos los niños de esta novela, son tan auténticos, tan naturales que es muy fácil imaginarlos y escucharlos.
"Los niños de Lemóniz", que no lo he dicho hasta ahora, bebe mucho de los recuerdos de su autora, que vivió estos acontecimientos de cerca, me ha parecido una novela maravillosa, escrita de un modo muy natural, directo y ameno, es una lectura entrañable en unos tramos, emocionante en otros y también triste, pero también es toda una lección de amor, el amor de unos padres por sus hijos para los que trataron de construir una infancia que recordaran con cariño a pesar de las circunstancias. Una lectura con la que es fácil empatizar y que solamente puedo recomendar.
El testimonio novelado Los niños de Lemóniz es la suma de recuerdos recuperados. Habla de personas, emociones y situaciones, pero sobre todo habla de niños, de cómo ellos vivieron esa realidad, de cómo sus padres, ante situaciones límite, intentaban ocultar lo que estaba ocurriendo con el único objetivo de protegerlos. Niños que nunca fueron tenidos en cuenta, ni siquiera en las estadísticas. Y también habla de mujeres, de madres que, a pesar de su juventud, fueron extremadamente valientes, generosas, protectoras y luchadoras.
Hoy os traigo un libro que me ha hecho retroceder en el tiempo pero mucho además y lo más increíble de todo es que habiendo viviendo en el País Vasco desde que nací en el '70 hasta que me marché en el '86 no recordaba en absoluto la historia de la central nuclear de Lemóniz. Yo pensé que iba a leer una novela que hablaba de ETA pero no utilizando un hecho real como fue todo lo que ocurrió con la central y para mí ha sido una auténtica sorpresa desconocer absolutamente todo de esta historia.
Por supuesto soy consciente de que cuando se empezó a construir la central, yo solamente tenía dos años y diez cuando el proyecto quedó definitivamente paralizado, ya que nunca llegó a ponerse en marcha, y también soy consciente de que aunque lo de Lemóniz en concreto no me sonaba, al ir creciendo, escuchar noticias sobre atentados para mí era algo habitual, así que lo más probable es que sí haya oído hablar de los atentados relacionados con la central y sobre todo con los asesinatos de 5 personas relacionadas con ella. Es una pena crecer normalizando algo así, pero así crecí y no dejaba de extrañarme que de vez en cuando nuestra familia en Galicia llamara para preguntar "cómo iba todo por allí". Las cosas que sí he recordado perfectamente, han sido los programas de televisión que Ángela, la protagonista de esta novela, veía en televisión, porque eran los mismo que veía yo, o la música que sonaba entonces y también recuerdo claramente el año del golpe de estado del año 81, aunque no entendiera demasiado qué era lo que estaba pasando, pero todo lo demás ha sido una tremenda lección de historia, combinada con las vivencias en primera persona de las familias afectadas.
Y es que "Los niños de Lemóniz" pone voz a los recuerdos de esos niños, hijos de los trabajadores de la central nuclear amenazados por ETA, cuyos padres, sobre todo sus madres, intentaban que tuvieran una infancia feliz y que no percibieran el miedo y la angustia que los adultos sentían, inventando para ello juegos como el de buscar duendes (bombas) debajo del coche antes de subir a él, el de bajar las persianas y jugar a las tinieblas (cuando las piedras volaban hacia las ventanas), el de aprenderse las matrículas de los coches que veían cada día, el de no coger el teléfono salvo que sonara tres veces o sentarse en sitios públicos siempre de frente a la puerta de entrada. Transformando los momentos de miedo en juegos los niños percibían la realidad de otro modo, y aunque no eran realmente conscientes de lo que pasaba sí se daban cuenta de que algo ocurría pero no a todo el mundo le afectaba igual.
Ya solo jugábamos a buscar duendes los fines de semana cuando íbamos a algún sitio en el coche de mi padre. Y muchas veces los buscaba solo él. Bajaba antes, volvía a subir y decía: «Todo bien, nos vamos». Siempre esa frase.
Estela Baz |
"Los niños de Lemóniz" es la historia del día a día de estas familias a las que poco a poco todo el mundo va dando la espalda, aunque a veces solamente por miedo a que se les relacione con alguien que está "señalado". A medida que uno avanza en la lectura, va notando esa angustia diaria que empezaba cuando el marido salía de casa y que no terminaba hasta que llamaba diciendo que volvía. Entonces comenzaba la cuenta atrás de los minutos que le llevaba llegar al hogar. Es increíble que a través de la inocencia y los ojos de los niños, que a pesar de todo te das cuenta de que llevaban un infancia feliz, seamos capaces de notar el aislamiento al que poco a poco se va sometiendo a estas familias, hasta que la tragedia se cierne sobre ellos, cuando ETA mata al ingeniero jefe y más tarde a su sucesor.
Fue tremendo tener que elegir entre trabajar en algo en lo que eres bueno, en un lugar que te gusta o simplemente estar vivo. Ellos estaban convencidos de que no podían ser un objetivo para ETA. Solamente eran los ingenieros de una obra civil y no los objetivos habituales de la banda terrorista, guardias civiles, policías, políticos..., pero... se equivocaron. Cuando ETA secuestró al Ingeniero Jefe exigió para su liberación la demolición de la central en una semana, algo a todas luces imposible, así que fue ejecutado sin contemplaciones (cuánto me he acordado de Miguel Ángel Blanco, al leer este sobre este asesinato). Además todos los técnicos de Lemóniz empezaron a recibir cartas de amenazas de muerte. La situación se volvió insostenible para todos ellos, que además ya no sabían en quién podían confiar, porque dentro de la propia central había partidarios de ETA.
Personalmente, creo que lo mejor de esta novela, además de haber aprendido mucho, sobre algo que desconocía, y sobre lo que después he leído bastante en internet, ha sido el enfoque que ha elegido la autora para contarla. Me ha encantado que antes de cada capítulo, haya elegido titulares de los periódicos de la época (al menos entiendo que eso son) para marcar el contexto de los capítulos y además elegir un punto de vista infantil, me ha parecido no solo muy acertado, sino también muy bien logrado. Todos los niños de esta novela, son tan auténticos, tan naturales que es muy fácil imaginarlos y escucharlos.
Muchas veces me cansaba pensar en lo que decían los mayores, era confuso, había contradicciones, dobles sentidos, significados que no lograba descifrar.
"Los niños de Lemóniz", que no lo he dicho hasta ahora, bebe mucho de los recuerdos de su autora, que vivió estos acontecimientos de cerca, me ha parecido una novela maravillosa, escrita de un modo muy natural, directo y ameno, es una lectura entrañable en unos tramos, emocionante en otros y también triste, pero también es toda una lección de amor, el amor de unos padres por sus hijos para los que trataron de construir una infancia que recordaran con cariño a pesar de las circunstancias. Una lectura con la que es fácil empatizar y que solamente puedo recomendar.
Gracias Estela por esta historia.
Para los más curiosos, os dejo un vídeo donde se ve la Central Nuclear desmantelada treinta años después de su cierre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.