AUTOR: A. F. Harrold
Sinopsis Editorial:
Hoy vengo con dos mini-reseñas del mismo autor y la misma editorial. Dos novelas que diría están más bien pensadas para un público juvenil pero que me han gustado mucho (más "Los imaginarios", también es verdad) y que sin embargo no suelen ser el tipo de libros que yo leo. Confesaré que lo primero que me conquistó de estos libros fue su bonita edición y las maravillosas ilustraciones de ambos y finalmente las historias que en ellos se narran.
Los protagonistas de "Los imaginarios" son dos niños, Amanda, una niña con un portentosa imaginación y Rudger, un niño de su misma edad que un día aparece dentro de su armario y que se convierte en su mejor amigo, eso sí, un amigo "invisible", pero con el que interactúa como si estuviera presente. Habla con él, juega con él, pone un plato para él en la mesa y a la madre de Amanda no le preocupa en absoluto. Su hija es feliz y para ella eso es lo importante, sin embargo no todos los padres opinan del mismo modo y eso es algo que también quedará reflejado en la novela.
Un día Amanda sufre un accidente y es trasladada al hospital. Es entonces cuando comienzan los problemas para Rudger, ya que sin la imaginación de Amanda él comienza a difuminarse. Rudger no está dispuesto a desaparecer sin más, así que hará lo imposible para volver junto a Amanda, pero para eso necesitará ayuda. ¿Logrará encontrar a Amanda? Y lo más importante, ¿se acordará ella de él?
Me ha gustado mucho este libro, además de estar lleno de las preciosas ilustraciones de Emily Gravett, me han encantado los personajes principales, tanto Rudger, al que estás deseando que le ocurra lo mismo que a Pinocho y al final de la novela sea un niño real, como Amanda, una niña como deberían ser todos los niños. Pero no son los únicos personajes que aparecen en el libro y todos son muy interesantes, desde la madre de Amanda hasta un par de personajes más oscuros que aparecen en la historia o incluso otros personajes "imaginarios" que buscan el niño adecuado para no desaparecer.
Me ha gustado cómo está escrito, con un lenguaje sencillo, muy comprensible para los más pequeños e ideal para leerlo en voz alta, de hecho me imagino a mí misma leyendo esta historia a un niño o niña que está en su cama mientras se tapa con la sábana y se encoge cuando aparecen en escena los personajes malvados del libro que tienen un importante motivo para aparecer, y que no llegan a transformar la historia en una de miedo, pero que sí le dan un puntito misterioso. (Solo os diré que uno de los personajes recuerda mucho, por la ilustración solamente ¡ojo!, a la niña de "The Ring"). Me han encantado las aventuras en las que se ve envuelto Rudger para lograr su objetivo y creo que si de verdad os apetece una lectura diferente, maravillosamente editada, que habla de amistad, de ser diferente, de ser aceptado, de ser valiente y vencer al miedo, esta puede ser la historia que estáis buscando.
Estaba en una biblioteca. Amanda le había hablado de ellas, pero nunca había visto ninguna. Le había dicho: "Es el mejor sitio para estar a cubierto un día de lluvia. Cada libro es una aventura", y a ella le encantaban las aventuras.
A veces saliendo de la zona de confort literario uno se puede llevar una agradable sorpresa, o quizás debería decir dos, porque ahora os hablo de... ⇩⇩⇩
AUTOR: A. F. Harrold
Sinopsis Editorial:
"Una canción de muy lejos" sigue siendo una historia para los más jóvenes, pero quizás no tan niños como los posibles lectores de "Los imaginarios". Las ilustraciones de Levi Pinfold también son muy bonitas y complementan el texto de forma magistral, aunque a primera vista y sin leer el libro puedan parecer algo oscuras y lúgubres.
Los protagonistas de esta historia, Nick y Frank, son algo mayores que los de la otra novela y ambos sufren acoso en su centro escolar por parte del típico matón de nombre Noble y sus dos "escuderos" Rob y Roy.
Frank es una chica y se meten con ella por cualquier rídiculo motivo y Nick es un chico un tanto diferente, grandote y al que tildan de "apestoso". Nadie quiere ser amigo de Nick para no acabar etiquetado como él, pero un día él es testigo de uno de esos momentos de acoso de Noble a Frank y la lleva hasta su casa. Frank se siente nerviosa, además de tener que lidiar con Noble, solo le faltaba que encima la puedan relacionar de algún modo con Nick el "apestoso", pero algo llamará su atención en casa de Nick que hará que quiera volver allí para descubrir el secreto que parece ocultar el sótano de esa casa y además... ¿está Nick empezando a caerle bien?
Lo que allí se oculta no os lo diré, pero lo cierto es que es la parte que más magia aporta a esta bonita novela, que se lee como un cuento por esa parte más "mágica" que ocurre en el sótano y por otro lado ese lado tan real como es el tema del acoso y del miedo a que te juzguen si te acercas a alguien a quien todos rechazan. Lo peor es que la mayoría no sabe por qué esa persona es rechazada, no saben cómo es en realidad, solamente saben que lo mejor es mantenerse lejos, pero Frank irá reflexionando poco a poco sobre este tema. Se dará cuenta de que Nick es un buen chico y que quizás, solamente quizás, lo que piensen los demás importa un pimiento. Ambos saben qué le ocurre al otro y además es algo que ocultan a los adeultos, así que quizás no sea tan mala idea ser amigos.
Nick y Frank acabarán formando un equipo que tendrá que unir fuerzas y tomar una decisión importante cuando el secreto del sótano amenaza con salir a la luz, pero eso es algo que os animo a descubrir dentro de este bonito libro.
Nick no corría muy rápido, así que a Frank no le costó alcanzarlo. Oían a sus perseguidores, que les pisaban los talones. Sin embargo, Frank sabía por propia experiencia que no eran perseguidores que quisieran atrapar a su presa. No era como en los documentales de la televisión, donde los leones o los guepardos persiguen al antílope hasta que le clavan las garras, le hincan los dientes, lo derriban, lo inmovilizan y se lo zampan. Noble no hacía eso: él era un león que corría al lado del antílope, insultándolo, hasta que el antílope rompía a llorar. Solo entonces se quedaba contento. Era como si se alimentara de la frustración y las lágrimas de los demás; era como un colibrí malvado, un colibrí de pesadilla.
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