EDITORIAL: Círculo de Lectores
Sinopsis Editorial:
Anchee Min vuelve a fascinarnos con el relato de sus primeros años en Estados Unidos. La historia de una joven china que se atrevió a soñar con la libertad en Occidente es un testimonio sincero y a la vez una apasionante novela de superación personal.
En su China natal la consideraban una mujer sin futuro, una «semilla seca». La única opción de Anchee era la huida: dejar atrás aquel régimen totalitario y empezar de nuevo en un país donde existiera la libertad.
Pero la tierra prometida tampoco se revela como un lugar fácil, sobre todo al principio, cuando la soledad se alía con la pobreza. Una ciudad desconocida y no siempre acogedora, trabajos precarios, marginación social y desalmados dispuestos a aprovecharse. Esta es la realidad que parece empeñarse en acompañar a la muchacha en su país adoptivo.
Sin embargo, pese a todos estos sinsabores, Anchee nunca pierde la esperanza de que un día se imponga la alegría. En el fondo de su corazón, la experiencia le ha enseñado que esa semilla de Oriente no crecerá solo gracias a los cálidos y amables rayos del sol, sino que también hacen falta las frías gotas de lluvia para llegar a florecer.
Le pasan tantas cosas a esta mujer en su nueva vida, la engañan tantas veces, sufre tanto, pero tanto para no perder el visado, que uno se siente afortunado mientras lee de haber nacido donde ha nacido y a la vez es imposible no sentir admiración por la capacidad de Anchee para seguir adelante. Cada nueva bofetada que le depara el destino (un destino que se diría que se la tiene jurada) parece un nuevo reto para ella, pero no se rinde jamás. Estira las horas del día hasta el infinito y hace malabarismos para estudiar y a la vez trabajar en lo que sea. No le hace ascos a ningún trabajo y su constancia y tenacidad hacen que estés deseando que su suerte cambie. Que conozca a alguien que le ayude sinceramente sin esperar nada de ella, pero es que ni en el terreno romántico acierta.
En su China natal la consideraban una mujer sin futuro, una «semilla seca». La única opción de Anchee era la huida: dejar atrás aquel régimen totalitario y empezar de nuevo en un país donde existiera la libertad.
Pero la tierra prometida tampoco se revela como un lugar fácil, sobre todo al principio, cuando la soledad se alía con la pobreza. Una ciudad desconocida y no siempre acogedora, trabajos precarios, marginación social y desalmados dispuestos a aprovecharse. Esta es la realidad que parece empeñarse en acompañar a la muchacha en su país adoptivo.
Sin embargo, pese a todos estos sinsabores, Anchee nunca pierde la esperanza de que un día se imponga la alegría. En el fondo de su corazón, la experiencia le ha enseñado que esa semilla de Oriente no crecerá solo gracias a los cálidos y amables rayos del sol, sino que también hacen falta las frías gotas de lluvia para llegar a florecer.
Después de cinco año y medio esperando en la estantería le llegó el turno a "La buena lluvia sabe cuándo caer", una novela autobiográfica que nos cuenta cómo su autora llegó a Estados Unidos desde la comunista China de Mao con un visado para estudiar en una universidad americana.
Aún sabiendo que ninguna universidad la aceptaría si no acreditaba un buen nivel de inglés, Anchee Min consiguió el pasaporte que necesitaba para salir de un país en el que no tenía el más mínimo futuro, sin embargo el problema del idioma surge nada más bajar del avión. A partir de ese momento la vida de Anchee Min se convertirá en una continua lucha sorteando cada problema que se cruza en su camino y ya os digo que no son pocos.
La autora nos irá contando por un lado su vida en EE.UU., todas las dificultades que tiene por ejemplo para encontrar alojamiento, un trabajo o su lucha por conservar su plaza en la universidad y por otro describe su vida en China, su dura infancia, la miseria en la que ha vivido su familia siempre, la enfermedad de su padre y de su madre, el triste futuro que le espera a sus dos hermanos y curiosamente y a pesar de lo duro de sus palabras, lo hace con cierta nostalgia, quizás porque esa libertad que tanto ansiaba en EE.UU. no está siendo fácil de lograr. Cuando Anchee Min conoce a Takisha, su primera compañera de habitación, esta le pregunta cómo era la vida para ella en China y Anchee Min le contesta:
Era como estar ahorcado, tienes el cuello partido, pero la muerte no llega.
Anchee Min. Fotografía ptleader.com |
A mí me ha gustado mucho el libro, la verdad. Estoy segura de que en su pellejo yo no habría salido ni del aeropuerto el día que llegó a EE.UU. Me ha gustado mucho cómo nos cuenta su historia y me ha gustado mucho ver sus reacciones a cosas que eran nuevas para ella:
Una vez fuera del avión, fui en busca del servicio de señoras. Ver todos los letreros en inglés me confundía. Seguí a una mujer hasta una sala con un símbolo que mostraba a una señora con falda. Me alegré de que fuera el lugar que buscaba. No había nadie haciendo cola. Miré a mi alrededor para asegurarme de que estaba donde yo pensaba. Entré en uno de los retretes y cerré la puerta. Nunca había visto un váter tan limpio y espacioso. Saltaba a la vista un rollo de papel. Era de un blanco inmaculado y suave al tacto. Me pregunté cuánto costaría. No pensaba utilizarlo si había que pagar por ello. Me senté y tiré del papel unos centímetros. Miré alrededor y agucé el oído. No sonó ninguna alarma. No tenía claro si podía hacer uso del papel. Saqué un palmo más, y luego otro. Me lo acerqué a la nariz y percibí un leve aroma embriagador. Tal vez fuera gratis, concluí. Me pasé el papel por detrás con cuidado. No me rascó las nalgas. Qué sensación tan increíble. Me había criado con un papel higiénico que parecía de lija. De hecho, era el que había metido en la maleta, papel hecho de paja.
Me fijé en que Takisha era una tullida. Caminaba renqueando de un lado al otro. Me sorprendió que no se comportara como una minusválida. En China los tullidos se mostraban tímidos y asustados porque se veían sometidos a la falta de respeto y el acoso más cruel. Takisha en cambio reía con ganas y sin reservas. No esperaba que Takisha me tratara como a una amiga de toda la vida, lo que hizo que me sintiera de maravilla y muy agradecida.
"La buena lluvia sabe cuando caer" es una novela sincera, directa, franca y de alguna manera, aunque en ocasiones resulta dura de leer, también es una lectura con cierto humor. Me ha gustado conocer a esta admirable mujer y el retrato social y político que hace de la China que la vio crecer, el contexto histórico en el que se desarrolla su infancia y la vida de su familia que sigue allí cuando ella se marcha. No siempre he empatizado con ella, es cierto, sobre a partir de que se convierte en madre ya que algunas decisiones que toma respecto a su hija no me han gustado, pero puedo entenderlo dentro de la forma de ser la autora y porque realmente al final todas esas decisiones tomadas dan su fruto.
Cuando sientas que tu vida es muy dura, recordar una historia como esta puede hacer que te replantees un poquito las cosas, sobre todo porque en este caso no es una historia de ficción, aunque en ocasiones uno lo hubiera preferido.
Cuando sientas que tu vida es muy dura, recordar una historia como esta puede hacer que te replantees un poquito las cosas, sobre todo porque en este caso no es una historia de ficción, aunque en ocasiones uno lo hubiera preferido.
La buena lluvia sabe cuándo caer.
Se presenta solo cuando la primavera la invita.
Dejándose llevar por el viento, humedece la noche.
Y cuida de la tierra en un silencio discreto.
Se presenta solo cuando la primavera la invita.
Dejándose llevar por el viento, humedece la noche.
Y cuida de la tierra en un silencio discreto.
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