Matt Krüger tiene pánico a volar. Por eso, cuando se sube al LegendAir que más velozmente cubre Buenos Aires-Berlín lo hace con una batería de manías y supersticiones y, además, con varios billetes para diversos asientos en función de las posibilidades de superviviencia que hay en según qué filas y en según qué momento del vuelo. Incluso ha reservado el asiento 7A, el más peligroso de todos según una prueba de aviación, para que nadie se siente en él y no corra el peligro de morir.
Pero todo su cuidadoso plan se tuerce cuando recibe una llamada fatal y comprende que su peor pesadilla acaba de comenzar. Alguien en Berlín ha secuestrado a su hija que está a punto de dar a luz y le pone solo una condición para dejarla con vida: estrellar el avión. Matt tendrá que enfrentarse a una carrera contrareloj para salvar la vida de aquellos que más ama y también la de los 600 pasajeros del LegendAir y, por supuesto, evitar el mayor de sus temores: morir en un accidente de aviación.
De nuevo me adentro en una nueva intriga creada por Sebastian Fitzek, un autor que me gusta mucho y que normalmente logra atraparme desde el primer capítulo en cada nueva historia que leo. "Asiento A7" no iba a ser la excepción y la verdad es que he devorado y disfrutado mucho de la lectura.
Pero todo su cuidadoso plan se tuerce cuando recibe una llamada fatal y comprende que su peor pesadilla acaba de comenzar. Alguien en Berlín ha secuestrado a su hija que está a punto de dar a luz y le pone solo una condición para dejarla con vida: estrellar el avión. Matt tendrá que enfrentarse a una carrera contrareloj para salvar la vida de aquellos que más ama y también la de los 600 pasajeros del LegendAir y, por supuesto, evitar el mayor de sus temores: morir en un accidente de aviación.
De nuevo me adentro en una nueva intriga creada por Sebastian Fitzek, un autor que me gusta mucho y que normalmente logra atraparme desde el primer capítulo en cada nueva historia que leo. "Asiento A7" no iba a ser la excepción y la verdad es que he devorado y disfrutado mucho de la lectura.
En esta ocasión gran parte de la trama ocurre dentro de un avión. Eso me ha recordado a su novela “El pasajero 23” donde toda la historia transcurre en un barco. Crear una situación como la de esta novela dentro de un lugar tan pequeño y tan alejado de tierra firme era un reto y si además uno de los personajes principales de la novela tiene auténtico pánico a volar y en sus manos una “misión” que llevar a cabo, la situación todavía se vuelve más complicada. Eso es un poco lo que ocurrirá en esta historia.
Matt Krüger, es un psicólogo que vive en Buenos Aires con miedo enfermizo a volar, pero acaba de subirse a un vuelo que le llevará a Berlín, para conocer a su primer nieto. Su hija Nele está a punto de ser madre y hace mucho tiempo que no están juntos. Quizás ese bebé sea la oportunidad de volver a ser una familia. Como viajar por mar en este caso no era una opción, a pesar de ese terror a volar, un Matt lleno de supersticiones se sube a ese avión donde ha reservado cuatro asientos diferentes
“Padezco de aerofobia severa. Entre los preparativos para este vuelo estuve analizando todas las estadísticas de accidentes aéreos que tenía a mi disposición. Conforme a esos datos, hay asientos en los cuales los pasajeros tienen una mayor probabilidad de sobrevivir en el caso de una catástrofe.[…] Los he reservado todos”.
Lo que Matt no espera es la llamada que recibe nada más subir al avión. Su hija acaba de ser secuestrada y él debe hacer algo durante las más de trece horas de vuelo que hay hasta Berlín, si quiere salvarle la vida. Nada, solamente estrellar el avión.
Sinceramente, a mí no me da miedo volar, así que me ha costado ponerme en la piel de Matt. Creo que sobre todo al principio Fitzek sí transmite ese miedo que tiene al largo viaje que le espera, pero luego me ha dado la sensación de que se iba diluyendo un poco, sobre todo si tenemos en cuenta que además debe lidiar con lo que el secuestrador le va diciendo durante el vuelo. Lo lógico hubiera sido que se hubiera caído redondo de la impresión, pero bueno en general es una novela en la que no cuesta imaginarse a la mayoría de los personajes como personas reales de carne y hueso, a Nela, la hija de Matt, a Kaja, la sobrecargo del vuelo, con un importante papel en esta historia o incluso Feli, una antigua colega de Matt con la que contactará en Berlín. Es cierto que no son especialmente profundos, pero cumplen su función en esta historia. El caso es que entre todos y en capítulos que van titulados con los nombres de los personajes que los protagonizan y que hacen más dinámica la lectura, se irá tejiendo una trama con diferentes hilos que al principio no acaban de tener demasiado sentido y no imaginas cómo estarán relacionados.
“Asiento 7A” es un thriller que se devora, lo que no significa que sea redondo, creo que empieza muy bien, que hacia la mitad pierde algo de tensión, y que vuelve a acelerar en su parte final. Es una novela muy en la línea de sus anteriores trabajos. Historias no muy extensas escritas de un modo sencillo con un comienzo impactante, que atrapan al lector, y que en esta ocasión aprovecha para hablar de diferentes temas, el miedo a volar, la seguridad a bordo de los aviones (se menciona varias veces el desgraciado vuelo de Germanwings de 2015, los controles y test que deben pasar la tripulación del avión, el consumo de leche en humanos (esto me traía loca y totalmente descolocada).
Es una historia entretenida para amantes de los thrillers psicológicos y para todo aquel que quiera sumergirse en una novela que enganche desde el primer capítulo. Seguro que tras su lectura más de uno descartará sentarse en el asiento 7A de un avión (no seré yo, que conste).
Sinceramente, a mí no me da miedo volar, así que me ha costado ponerme en la piel de Matt. Creo que sobre todo al principio Fitzek sí transmite ese miedo que tiene al largo viaje que le espera, pero luego me ha dado la sensación de que se iba diluyendo un poco, sobre todo si tenemos en cuenta que además debe lidiar con lo que el secuestrador le va diciendo durante el vuelo. Lo lógico hubiera sido que se hubiera caído redondo de la impresión, pero bueno en general es una novela en la que no cuesta imaginarse a la mayoría de los personajes como personas reales de carne y hueso, a Nela, la hija de Matt, a Kaja, la sobrecargo del vuelo, con un importante papel en esta historia o incluso Feli, una antigua colega de Matt con la que contactará en Berlín. Es cierto que no son especialmente profundos, pero cumplen su función en esta historia. El caso es que entre todos y en capítulos que van titulados con los nombres de los personajes que los protagonizan y que hacen más dinámica la lectura, se irá tejiendo una trama con diferentes hilos que al principio no acaban de tener demasiado sentido y no imaginas cómo estarán relacionados.
“Asiento 7A” es un thriller que se devora, lo que no significa que sea redondo, creo que empieza muy bien, que hacia la mitad pierde algo de tensión, y que vuelve a acelerar en su parte final. Es una novela muy en la línea de sus anteriores trabajos. Historias no muy extensas escritas de un modo sencillo con un comienzo impactante, que atrapan al lector, y que en esta ocasión aprovecha para hablar de diferentes temas, el miedo a volar, la seguridad a bordo de los aviones (se menciona varias veces el desgraciado vuelo de Germanwings de 2015, los controles y test que deben pasar la tripulación del avión, el consumo de leche en humanos (esto me traía loca y totalmente descolocada).
Es una historia entretenida para amantes de los thrillers psicológicos y para todo aquel que quiera sumergirse en una novela que enganche desde el primer capítulo. Seguro que tras su lectura más de uno descartará sentarse en el asiento 7A de un avión (no seré yo, que conste).
Puedes leer la primeras páginas de esta novela AQUI.
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