AUTOR: Carsten Henn
EDITORIAL: Maeva
Sinopsis Editorial:
La exbailarina Sofie observa fascinada al panadero italiano Giacomo mientras la enseña a hacer pan. Después de haber sido la prima ballerina de la compañía de ballet de la ciudad, una lesión de tobillo la ha apartado de los escenarios para siempre, y siente que todo lo que ha logrado construir durante años, incluidos su matrimonio y la confianza en sí misma, comienza a desmoronarse. Pero, sin esperarlo, encuentra mucho más que un empleo en la pequeña panadería de Giacomo: la sabiduría de un hombre sencillo, la felicidad de las pequeñas cosas y el coraje para cambiar.
Cuando lees a un autor por primera vez y el resultado es tan bueno como lo fue la lectura de
“El hombre que paseaba con libros”, sabes que repetirás con el autor en cuanto publique una nueva obra y eso es lo que me ha pasado con Carsten Henn.
En esta ocasión ha sido Maeva la que me ha enviado un ejemplar que de nuevo he disfrutado, aunque si soy sincera, me gustó un poco más la novela anterior, quizás porque los libros eran una parte importante de aquella historia, una parte importante que aquí ocupa el pan, un pan que me hubiera comido gustosa de tenerlo a mano mientras leía.
La novela nos cuenta la historia de Sofie, una “prima ballerina” que tras un accidente debe dejar de bailar, pero cuando crees que el trabajo al que te dedicas es aquel que soñaste y para lo que naciste y sientes que tu vida ya está encarrilada en un sentido, no se te pasa por la cabeza que de la noche a la mañana todo eso pueda cambiar y ahora Sofie está totalmente perdida. Ha perdido su trabajo y siente que su matrimonio también empieza a hacer aguas. Lo que nunca imaginó Sofie fue que acudir a una entrevista para trabajar en una panadería podría cambiar de algún modo su vida, porque... ¿Puede haber algo más diferente que bailar y hacer pan?
La verdad es que esta novela es un canto a la calma, a vivir la vida de otra forma, a no esperar que las cosas se hagan “ya”, algo que Sofie tiene que aprender.
—¡No hacer nada es un arte! Siempre hay tantas tareas pendientes que muchos piensan que es un crimen. Pero a veces no hacer nada es la mejor opción posible
En estos tiempos en los que tener un rato libre para no hacer absolutamente nada parece un pecado, esta filosofía de vida de Giacomo es un soplo de aire fresco y Sofie que no ha nacido siendo paciente, debe entender que las cosas llevan su tiempo y el lograr llegar a la meta es un camino de aprendizaje personal muy enriquecedor.
Igual que una hogaza de pan lleva su tiempo, tú también debes concederte el tiempo necesario —continuó Elsa—. Aprende a tener paciencia y aprenderás a hacer pan.
Giacomo por su parte, es un personaje realmente maravilloso, capaz de comparar cualquier sentimiento o sensación con la forma de hacer el pan. Más que panadero, diría que tiene alma de filósofo, pero sin duda es la persona calmada, paciente y tranquila que Sofie necesita en este momento.
Además de Sofie y Giacomo, encontraremos otros personajes como Florian, el marido de Sofie, que también está pasando sus horas bajas por el mal momento por el que pasa su matrimonio, Elsa, que atiende la panadería, aunque con su forma de ser es casi increíble que vendan una sola barra y no acabas de entender por qué Giacomo deja que se encargue de los clientes, o Anouk, un personaje que me ha arrancado más de una sonrisa y que es la pequeña sobrina de Sofie que además está convencida de que es la Virgen María y desde su corta edad va moldeando en su cabeza lo que sabe sobre María y Jesús mientras suelta bendiciones a diestro y siniestro.
La verdad es que en esta novela me he vuelto a encontrar con esa forma de escribir del autor que tanto me gustó la primera vez, sencillez, naturalidad… y de nuevo ha creado unos personajes que cargan con historias sobre sus espaldas que han sabido (o no) manejar para seguir adelante y que realmente resultan muy reales. "El panadero que horneaba historias" es una historia cálida, entrañable, quizás algunos la encuentren algo "cursi", eso va a depender de cada lector, pero sin duda es de esas que se leen con gusto, y nunca mejor dicho, gusto y aroma a pan que abre el apetito. Una historia que sabes que acabará bien porque todos los personajes merecen que así sea.
Creo que todos nacemos con buen corazón. Pero a algunos se lo rompen muy pronto. ¿Sabes? Los corazones solo pueden aprender a latir bien si otros corazones laten por ellos. —De repente se quedó callado—. Desgraciadamente, es así.