AUTOR: Hannah Beckerman
EDITORIAL: Roca Editorial
Sinopsis Editorial:
La familia de Audrey se ha desmoronado del todo. Sus dos hijas adultas, Jess y Lily son dos personas completamente desconocidas para ella. Un secreto que viene de treinta años atrás es lo que dividió a su familia en dos partes, pero es, al mismo tiempo, lo que les mantiene conectadas.
Mientras las tensiones llegan a un punto muy elevado, la irrevocable decisión que una de ellas tomó muchos años atrás está apunto de emerger. Y después de tantos años de secretos y silencios, ¿cómo podrá esta familia completamente rota rencontrarse de nuevo?
Últimamente parece que me cuesta conectar con algunos personajes de las novelas que leo. En la reseña anterior a esta os hablaba de la novela "Tinta rusa" y su insoportable protagonista y hoy os hablo de esta novela donde una de sus protagonistas (Jess) no ha logrado conectar conmigo en ningún momento, aunque al menos en este caso el libro me ha gustado (pero menos de lo que esperaba, la verdad) y es que Jess se me hizo tan antipática durante toda la lectura que aunque al final consiguió redimirse un poco, (solamente un poco), creo que llegó demasiado tarde para mí y no consiguió que empatizara con ella.
Cuando durante toda la lectura de un libro arrastro a un personaje con el que no conecto, me cuesta avanzar, la verdad y si encima la historia es un completo drama, todavía me cuesta más. Creo que lo que ha salvado la novela, y por supuesto esto es una opinión muy personal, ha sido el personaje de Audrey.
Audrey es la madre de Jess y Lily, dos hermanas que llevan sin hablarse casi treinta años. Audrey se lleva bien con las dos, y también con sus dos nietas, Mia, hija de Jess y Phoebe, hija de Lily. Para ella esta situación que tanto le hace sufrir es desoladora y mucho más en este momento que está viviendo. Audrey padece un cáncer y se niega a recibir quimioterapia, así que se ha trasladado a vivir a casa de Jess y se ha propuesto solucionar lo que sea que haya entre sus dos hijas. No está dispuesta a que la próxima vez que la familia se reúna al completo sea en su funeral.
El problema con esta familia es que todos tienen secretos, todos saben (o creen saber) cosas que no han compartido con los demás y eso, desde un terrible hecho ocurrido en el pasado, ha venido condicionando sus vidas, impidiendo por ejemplo que Mia y Phoebe se conozcan.
Jess nunca se llegó a casar con el padre de su hija y trabaja de sol a sol para sacarla adelante y que pueda estudiar en una prestigiosa universidad, algo que ella no pudo hacer, pero ¿es lo que quiere Mia? Por otro lado Lily es todo lo contrario, tiene una familia aparentemente perfecta y ha triunfado en su trabajo, y sin embargo todo esto es más bien de cara a la galería porque de puertas para adentro quizás no todo sea tan perfecto ¿qué puede haber hecho mal? y Audrey...
Audrey está en medio de las dos, jugando a mantener el equilibrio y midiendo las cosas que dice cuando está con una u otra. Está claro que es Jess la que no quiere estar en la misma habitación que su hermana mayor, que hay algo que no le perdona desde hace décadas y que no está dispuesta a olvidar, algo que Lily por más que piensa no sabe qué puede ser.
Y así, entre secretos, vamos avanzando en la historia presente de estas tres mujeres, y a través de saltos temporales al pasado también se nos irán revelando los hechos ocurridos hace treinta años. Alguna cosa se ve venir, o al menos una de ellas la acerté enseguida, las otras no tanto y de hecho, lees y lees y piensas qué puede ser eso tan tremendo que hace que no quieras ver a tu hermana ni en pintura desde hace treinta años. Además no dejaba de pensar que fuera lo que fuera, cuando ocurrió Jess tenía solamente diez años ¿cómo es posible que desde entonces haya guardado el secreto que la está consumiendo por dentro sin compartirlo con nadie? Para mí eso ha sido difícil de creer, eso y que después de revelado todo, ningún miembro de la familia hubiera compartido con otro lo que estaba pasando por sus cabezas. ¿En serio? ¿Con diez años en el caso de Jess o quince en el de Lily no tienes la necesidad de abrirte a alguien y contarle lo que crees que ha ocurrido?
"Si tan solo pudiera decírtelo" es una novela llena de dolor para lo poco extensa que es, dolor por pérdidas familiares, infidelidades, enfermedades, distanciamiento, abortos... miedo, culpa, silencios, muchos silencios que supuestamente están ahí para proteger a otro y que sin embargo causan el efecto contrario... En fin, que no sé si era el libro para este confinamiento, la verdad.
No voy a negar que hacia el final me ha llegado a emocionar un poco porque como os he dicho antes el personaje de Audrey me ha encantado y a pesar de saber qué le espera debido al cáncer, decide aprovechar el tiempo para cumplir un sueño que no pudo lograr en su juventud y además poner en marcha un plan para arreglar el desaguisado en su familia.
Cuando durante toda la lectura de un libro arrastro a un personaje con el que no conecto, me cuesta avanzar, la verdad y si encima la historia es un completo drama, todavía me cuesta más. Creo que lo que ha salvado la novela, y por supuesto esto es una opinión muy personal, ha sido el personaje de Audrey.
Audrey es la madre de Jess y Lily, dos hermanas que llevan sin hablarse casi treinta años. Audrey se lleva bien con las dos, y también con sus dos nietas, Mia, hija de Jess y Phoebe, hija de Lily. Para ella esta situación que tanto le hace sufrir es desoladora y mucho más en este momento que está viviendo. Audrey padece un cáncer y se niega a recibir quimioterapia, así que se ha trasladado a vivir a casa de Jess y se ha propuesto solucionar lo que sea que haya entre sus dos hijas. No está dispuesta a que la próxima vez que la familia se reúna al completo sea en su funeral.
El problema con esta familia es que todos tienen secretos, todos saben (o creen saber) cosas que no han compartido con los demás y eso, desde un terrible hecho ocurrido en el pasado, ha venido condicionando sus vidas, impidiendo por ejemplo que Mia y Phoebe se conozcan.
Hannah Beckerman. Fotografia de 451life.com |
Audrey está en medio de las dos, jugando a mantener el equilibrio y midiendo las cosas que dice cuando está con una u otra. Está claro que es Jess la que no quiere estar en la misma habitación que su hermana mayor, que hay algo que no le perdona desde hace décadas y que no está dispuesta a olvidar, algo que Lily por más que piensa no sabe qué puede ser.
Y así, entre secretos, vamos avanzando en la historia presente de estas tres mujeres, y a través de saltos temporales al pasado también se nos irán revelando los hechos ocurridos hace treinta años. Alguna cosa se ve venir, o al menos una de ellas la acerté enseguida, las otras no tanto y de hecho, lees y lees y piensas qué puede ser eso tan tremendo que hace que no quieras ver a tu hermana ni en pintura desde hace treinta años. Además no dejaba de pensar que fuera lo que fuera, cuando ocurrió Jess tenía solamente diez años ¿cómo es posible que desde entonces haya guardado el secreto que la está consumiendo por dentro sin compartirlo con nadie? Para mí eso ha sido difícil de creer, eso y que después de revelado todo, ningún miembro de la familia hubiera compartido con otro lo que estaba pasando por sus cabezas. ¿En serio? ¿Con diez años en el caso de Jess o quince en el de Lily no tienes la necesidad de abrirte a alguien y contarle lo que crees que ha ocurrido?
"Si tan solo pudiera decírtelo" es una novela llena de dolor para lo poco extensa que es, dolor por pérdidas familiares, infidelidades, enfermedades, distanciamiento, abortos... miedo, culpa, silencios, muchos silencios que supuestamente están ahí para proteger a otro y que sin embargo causan el efecto contrario... En fin, que no sé si era el libro para este confinamiento, la verdad.
No voy a negar que hacia el final me ha llegado a emocionar un poco porque como os he dicho antes el personaje de Audrey me ha encantado y a pesar de saber qué le espera debido al cáncer, decide aprovechar el tiempo para cumplir un sueño que no pudo lograr en su juventud y además poner en marcha un plan para arreglar el desaguisado en su familia.
Hubo una vez en que Audrey creyó que su vida seguía un camino definido y claro, y que cualquier desvío la llevaría a descarrilar por completo. Ahora se daba cuenta de que los momentos de cambio no eran un final, sino un principio: una oportunidad para una vida distinta, un viaje distinto, una forma distinta de felicidad.Podéis leer un fragmento de "Si tan sólo pudiera decírtelo" AQUI
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