AUTOR: Cristina López Schlichting
EDITORIAL: Plaza & Janés
Sinopsis Editorial:
Amelia está a punto de cumplir diez años y su mundo se reduce al pequeño piso donde reside con su familia, la clase de EGB del colegio de monjas y el descampado donde observa fascinada cómo los chicos mayores juegan a las chapas. Apenas sabe nada de Franco, que es un señor muy viejo que manda en España y que, al parecer, está muriéndose. No es consciente de que la sociedad en la que vive está cambiando a pasos agigantados. Bastante tiene con observar las pequeñas alegrías y tristezas de sus vecinos del barrio. Y con su amor secreto por Chema, el hijo de Filo, la panadera. O sus problemas de conciencia por disfrutar de la muñeca de moda, la Nancy, cuando los padres de su mejor amiga, Maru, no tienen recursos para comprársela.
Mientras los días modernos comienzan a trastocar el rígido orden establecido, Amelia traza un plan para hacerse con el dinero necesario y comprar la muñeca a Maru: recoger trapos y cartones y vendérselos a los gitanos. Este paso la pondrá en contacto con nuevas amistades, peligros y flirteos. Un misterio trastocará su vida y será el comienzo de su educación social y sentimental, que la llevará a descubrir el mundo adulto, el amor, la injusticia, la solidaridad y el perdón.
“Los días modernos” ha sido una de esas lecturas que te trasladan en el tiempo y que te hacen recordar cosas que estaban ahí, dentro de tu cabeza, pero que ya llevaban tiempo escondidas. Es un libro que compré sin expectativas, solamente por la sinopsis y una vez más ha venido a demostrarme que a veces las novelas de las que menos información tenemos son las que te acaban dando una agradable sorpresa.
No es que “Los días modernos” se vaya a convertir en mi novela del año. Es cierto que la historia me ha gustado pero con lo que más he disfrutado ha sido con el viaje a mi niñez, a la década de los setenta porque me ha hecho revivir muchas cosas. Amelia, la protagonista de esta historia nace en Octubre 1965 (de hecho siempre le han dicho que fue engendrada la noche que murió “Chuchi”, o sea Churchill), por lo que solamente me lleva cinco años, así que tenemos muchas cosas en común en cuanto a la misma época vivida.
Amelia y yo hemos comido en las mismas vajillas duralex, masticado chicles "niña" de fresa ácida y completado colecciones de cromos del kiosko (el álbum que aparece en la foto "Color y vida" es uno de ellos), hemos visto los mismos programas en televisión (Flipper, Lassie, Colombo, McCloud...), hemos jugado con los mismos juegos (Juegos R. Geyper...) y muñecas (Nancy, Soraya...), leído los mismos libros (Los cinco de Enid Blyton), hemos estado en clases de más de cuarenta alumnos y nos hemos ido a la cama con la familia Telerín, menos cuando se celebraba el Festival de Eurovisión como lo que era en aquel momento: el acontecimiento televisivo del año, así que sí, he disfrutado de lo lindo de toda la ambientación de esta novela, pero si no eres de mi quinta no sé si te pasará lo mismo, claro.
Amelia a través de sus recuerdos nos lleva a la que era su casa en un barrio madrileño a finales de 1975. Ese año cumplirá diez años y se ha propuesto regalarle a su amiga Maru una muñeca Nancy. Sus padres no se la pueden comprar y pondrá todo su ingenio en marcha para conseguir el dinero suficiente para poder regalársela ella. Por supuesto no ha dicho nada en casa y se dedica a conseguir cartones y trapos para poder vendérselos a los gitanos, sin embargo sabe que no podrá ir al poblado gitano sin el permiso de sus padres, así que se ofrece a ayudar a Gisela, una alemana que va a darles clases a los niños del poblado y de paso puede vender su mercancía. Este plan de Amelia, le abrirá las puertas a muchas cosas que de otro modo no conocería, la propia historia de Gisela, una amistad un poco peligrosa y otra que quizás con el tiempo puede llegar a ser algo más, las costumbres de los gitanos, y un "misterio" que tiene toda la intención de investigar y descubrir. A la vez nos irá contando también la historia de su familia, a través de momentos que para ella fueron importantes.
Los setenta fueron años de grandes cambios, aunque ni ella ni yo éramos conscientes en aquel momento, claro. Sabíamos que había un señor que se llamaba Franco y que en casa no eran muy "fans" de él, pero poco más entendíamos y sinceramente tampoco sentíamos que nos afectara en algo, pero estaba claro que algo estaba cambiando y todo eso se va reflejando en la historia de Amelia.
Voy a destacar dos capítulos que personalmente me han gustado mucho:
- Uno, el capítulo eurovisivo que describe muy bien cómo lo vivíamos en aquel entonces, yo creo que todo el mundo llegaba a Eurovisión con la canción metida en su cerebro, te gustara o no y además en casa de Amelia, como en muchas otras, se hacían apuestas, aunque por patriotismo siempre se ponía en el número uno a España. En el año en el que transcurre la novela nuestros representantes fueron Sergio y Estíbaliz, pero quienes ganaron fueron los holandeses con esta pegadiza canción.
- Dos, el capítulo titulado "Zarzaparrilla" que me ha hecho llorar cosa mala. ¡Cómo me ha emocionado el puñetero capítulo! Y es que cuando de animalillos se trata...
La verdad es que leer esta novela me ha gustado mucho. Se lee antes de que te des cuenta y además el personaje de Amelia, salvando las distancias, se parece a muchas niñas de mi época, así que ha sido como leer la historia de una amiga. Ella vive justo ese momento de su vida en el que ve cosas que no entiende pero intuye, momentos de dudas y descubrimientos que no sabe con quién compartir y para eso estamos nosotros, los lectores, para ser sus confidentes.
Si quieres leer un fragmento de esta novela pincha AQUÍ
Mientras los días modernos comienzan a trastocar el rígido orden establecido, Amelia traza un plan para hacerse con el dinero necesario y comprar la muñeca a Maru: recoger trapos y cartones y vendérselos a los gitanos. Este paso la pondrá en contacto con nuevas amistades, peligros y flirteos. Un misterio trastocará su vida y será el comienzo de su educación social y sentimental, que la llevará a descubrir el mundo adulto, el amor, la injusticia, la solidaridad y el perdón.
“Los días modernos” ha sido una de esas lecturas que te trasladan en el tiempo y que te hacen recordar cosas que estaban ahí, dentro de tu cabeza, pero que ya llevaban tiempo escondidas. Es un libro que compré sin expectativas, solamente por la sinopsis y una vez más ha venido a demostrarme que a veces las novelas de las que menos información tenemos son las que te acaban dando una agradable sorpresa.
No es que “Los días modernos” se vaya a convertir en mi novela del año. Es cierto que la historia me ha gustado pero con lo que más he disfrutado ha sido con el viaje a mi niñez, a la década de los setenta porque me ha hecho revivir muchas cosas. Amelia, la protagonista de esta historia nace en Octubre 1965 (de hecho siempre le han dicho que fue engendrada la noche que murió “Chuchi”, o sea Churchill), por lo que solamente me lleva cinco años, así que tenemos muchas cosas en común en cuanto a la misma época vivida.
Amelia y yo hemos comido en las mismas vajillas duralex, masticado chicles "niña" de fresa ácida y completado colecciones de cromos del kiosko (el álbum que aparece en la foto "Color y vida" es uno de ellos), hemos visto los mismos programas en televisión (Flipper, Lassie, Colombo, McCloud...), hemos jugado con los mismos juegos (Juegos R. Geyper...) y muñecas (Nancy, Soraya...), leído los mismos libros (Los cinco de Enid Blyton), hemos estado en clases de más de cuarenta alumnos y nos hemos ido a la cama con la familia Telerín, menos cuando se celebraba el Festival de Eurovisión como lo que era en aquel momento: el acontecimiento televisivo del año, así que sí, he disfrutado de lo lindo de toda la ambientación de esta novela, pero si no eres de mi quinta no sé si te pasará lo mismo, claro.
Amelia a través de sus recuerdos nos lleva a la que era su casa en un barrio madrileño a finales de 1975. Ese año cumplirá diez años y se ha propuesto regalarle a su amiga Maru una muñeca Nancy. Sus padres no se la pueden comprar y pondrá todo su ingenio en marcha para conseguir el dinero suficiente para poder regalársela ella. Por supuesto no ha dicho nada en casa y se dedica a conseguir cartones y trapos para poder vendérselos a los gitanos, sin embargo sabe que no podrá ir al poblado gitano sin el permiso de sus padres, así que se ofrece a ayudar a Gisela, una alemana que va a darles clases a los niños del poblado y de paso puede vender su mercancía. Este plan de Amelia, le abrirá las puertas a muchas cosas que de otro modo no conocería, la propia historia de Gisela, una amistad un poco peligrosa y otra que quizás con el tiempo puede llegar a ser algo más, las costumbres de los gitanos, y un "misterio" que tiene toda la intención de investigar y descubrir. A la vez nos irá contando también la historia de su familia, a través de momentos que para ella fueron importantes.
Los setenta fueron años de grandes cambios, aunque ni ella ni yo éramos conscientes en aquel momento, claro. Sabíamos que había un señor que se llamaba Franco y que en casa no eran muy "fans" de él, pero poco más entendíamos y sinceramente tampoco sentíamos que nos afectara en algo, pero estaba claro que algo estaba cambiando y todo eso se va reflejando en la historia de Amelia.
A los viejos, la miseria se les había pegado a la piel, como un velo de roña que no permitiese vivir sin alarma. Seguían instintivamente pendientes de un traspié como el que los llevó a la locura de la matanza entre hermanos, el miedo, el hambre de la Guerra Civil.
Cristina L. Schlichting. Fotografía de elconfidencial.com |
- Uno, el capítulo eurovisivo que describe muy bien cómo lo vivíamos en aquel entonces, yo creo que todo el mundo llegaba a Eurovisión con la canción metida en su cerebro, te gustara o no y además en casa de Amelia, como en muchas otras, se hacían apuestas, aunque por patriotismo siempre se ponía en el número uno a España. En el año en el que transcurre la novela nuestros representantes fueron Sergio y Estíbaliz, pero quienes ganaron fueron los holandeses con esta pegadiza canción.
- Dos, el capítulo titulado "Zarzaparrilla" que me ha hecho llorar cosa mala. ¡Cómo me ha emocionado el puñetero capítulo! Y es que cuando de animalillos se trata...
La verdad es que leer esta novela me ha gustado mucho. Se lee antes de que te des cuenta y además el personaje de Amelia, salvando las distancias, se parece a muchas niñas de mi época, así que ha sido como leer la historia de una amiga. Ella vive justo ese momento de su vida en el que ve cosas que no entiende pero intuye, momentos de dudas y descubrimientos que no sabe con quién compartir y para eso estamos nosotros, los lectores, para ser sus confidentes.
Cuando se empieza a larvar el adulto, el cuerpo cambia, pero también el alma. No es sólo que empiezas a alcanzar los estantes más altos de la casa con tu nueva estatura, es que además empiezas a intuir secretos arcanos. Es en ese momento -en que los chicos dan el estirón y en las chicas apunta la hermosura de la hembra- que todos descubrimos que detrás de las puertas, en el fondo de los libros, al otro lado de las palabras, pasan cosas inauditas.No os voy a decir si Amelia descubre o no ese misterio, ni qué ocurre con esas amistades, ni tampoco si consigue comprar la Nancy para su amiga Maru, pero si os apetece pasear por finales de los setenta, viendo los cambios sociales y políticos del momento en compañía de esta maravillosa, inteligente y a la vez inocente niña, su familia y los amigos del barrio, "Los días modernos" es una gran elección. Es una novela fresca, sobre el pasado reciente, divertida, en algún momento emotiva y también dramática, pero de lectura ágil y muy entretenida. Muy recomendable.
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