23 feb 2020

Los años impares (María Sirvent)

TÍTULO: Los años impares
AUTOR: María Sirvent
EDITORIAL: Espasa


Sinopsis Editorial:


Mi madre es ese tipo de mujer a la que siempre le sobra día. Para ella, el mundo empieza alrededor de las tres de la tarde, cuando ya está fregada la cocina. Luego se sienta en el sillón y ve la telenovela de la uno y entonces es feliz, blanda y feliz. No es cariñosa, no tiene aficiones y apenas sale de la casa. Lo que más le gusta es irse a dormir, se pasa la mitad del día esperando que llegue la noche para irse a dormir. Si alguna mujer se separa, se lleva las manos a la cabeza, como si no se diera cuenta de que ella también está separada. Es curioso que eso no le pase con los personajes de las telenovelas, cuyas pasiones, miedos, alegrías y desengaños entiende como nadie. Mi padre, estoy segura de eso, nos abandonó porque en esta casa estamos siempre a oscuras. Seguro que se largó a Manchester por la manía que tiene mi madre de no encender las luces hasta que no es de noche. Se puede amar a un asesino en serie y a un cangrejo de río, pero es muy difícil amar a alguien que te tiene a oscuras todas las tardes porque sí, durante veintitantos años.

Los años impares es una original y singular novela que mezcla con acidez e ironía situaciones absolutamente divertidas con otras absolutamente melancólicas. María Sirvent nos ofrece un relato en el que personajes de carne y hueso, entrañables todos y perfilados maravillosamente, nos acercan a un mundo casi perdido y un fresco sobre la España contemporánea, con una crítica que va desde la sociedad al arte actual, pasando por los concursos televisivos y la música.

Creo que esta va a ser una reseña bastante breve por varios motivos, primero por la extensión de la novela. Poco más de doscientas páginas de las que es mejor no hablar demasiado para no estropear la lectura y segundo porque no sé qué esperaba de esta historia tras leer la reseña pero desde luego no lo que he leído. Ha sido una lectura extraña, creo que sobre todo por la forma en que está contada y también estructurada y sin embargo no quería dejar de leer y saber más sobre esta la familia manchega que protagoniza la historia.

La novela, que es la segunda de la autora, se divide en tres partes "Los años impares", "Los años pares" y "Los años raros" y a lo largo de ellos iremos saltando en el tiempo hacia adelante y hacia atrás para conocer un poco a los componentes de la familia y a otros con los que se relacionan a lo largo de varias décadas. Los saltos en el tiempo aparecen de improviso, cambiando de época y personajes. No resulta lioso, pero a veces descoloca.

El libro está narrado en tercera persona, salvo unos pequeños texto pertenecientes al blog de uno de los personajes, que está narrado en primera. El estilo es sencillo y muy coloquial, pero también hay conversaciones que son verdaderamente surrealistas y también graciosas, aunque no sé si es un "humor" que encajará con todo el mundo o mejor dicho si todo el mundo "pillará".

María Sirvent. Fotografía de Planeta de Libros
La novela está llena de pequeñas historias que se convierten en un retrato de las últimas cuatro décadas de nuestro país, podemos ver cómo ha evolucionado por ejemplo el turismo (en este caso el extranjero que llegaba en tropel a Mallorca y con él los que llegaban a trabajar desde otros lugares de España), el poder de la televisión, los realities y redes sociales, pero también vemos cómo a pesar de los avances y de que las comunicaciones ahora son mucho mejores, para muchos personajes vivir en un pueblo como Argamasilla de Alba limita mucho sus sueños y este libro habla de eso, de los sueños de unos personajes que para lograrlos deben salir de ese pueblo en el que no pueden crecer, es la historia de quienes lo logran y quienes no, una historia de pérdidas, éxitos y fracasos, de quienes se marchan y vuelven y de quienes no, de personajes que toman el camino que otros les han marcado y se conforman y de quienes no.

Habría sido más fácil contar esta historia de forma lineal pero no habría sido la misma historia. Me ha costado un poquito adaptarme a la ese particular estilo de la autora, pero una vez que lo hice me metí en la novela sin problema, además el lector irá viendo la evolución de los personajes en distintas etapas de su vida, los sueños, pensamientos e ideas que tenían a una edad y lo que lograron o no pasados los años. Me ha gustado particularmente Nieves, que compone canciones. Para cada cosa que le ocurre o le ocurre a los demás ella compone un tema y los títulos no tienen desperdicio, la verdad.

Esta evolución en la forma de pensar de los personajes, me ha hecho pensar en mí misma. Yo soy del 70 y el año 2000 para mí era como un futuro de ciencia ficción, por no hablar de que cuando tenía 12 ó 15 años imaginarme con treinta era poco menos que imaginarme anciana ¡ja,ja! Me ha hecho recordar lo que yo creía que iba a hacer y lo que realmente es mi vida hoy, que nada tiene que ver. Esta es una de las cosas que más me han gustado del libro.

Sinceramente creo que esta es la historia y el retrato de unas personas normales y corrientes, de sus vidas y sueños particulares. Más allá de eso no sé si hay un mensaje más profundo y no me atrevo a añadir mucho más. En este sentido hay una parte en el libro que me ha gustado mucho también y es cuando a Vicente, uno de los personajes que sueña con ser pintor un crítico le hace un análisis de una obra en particular que nada, pero es que absolutamente nada, tiene que ver con lo que él quería transmitir que me ha hecho mucha gracia y también me ha hecho preguntarme cuántas veces leeremos críticas absurdas sobre pinturas, novelas y otras artes que nada tienen que ven con lo que sus autores querían transmitir.

En fin, que aunque no ha sido exactamente el tipo de libro que esperaba, me ha gustado y además se lee en dos sentadas. Eso sí, el final me llegó de sopetón, pero lo cierto es que cierra perfectamente el círculo de esta historia que empieza por el final y acaba por el principio.
A mi tío le gustaba pasear, ir a ver exposiciones de arte. o entrar, sino ir: la mayoría de las veces ni entrábamos, simplemente llegábamos allí, nos parábamos un rato en la puerta, él se dejaba saludar si alguien lo reconocía y luego dábamos la vuelta o seguíamos caminando. Donde sí que entrábamos era en los hospitales; mi tío no perdonaba ni uno, decía que no había nada mejor después de un buen paseo por Manhattan que entrar en un hospital y sentarse en cualquier silla a descansar.
Podéis leer un fragmento de "Los años impares" AQUI

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