Rosemary es una viuda de 86 años que ha vivido en el barrio de Brixton, en Londres, toda su vida. Allí ha visto cómo cerraba la biblioteca en la que trabajaba y cómo la frutería se convertía en un bar de moda. Cuando la piscina local a la que acude desde que era una niña, y en la que se enamoró de su marido, se ve amenazada también, Rosemary sabe que este puede ser el principio del fin.
Kate es una joven reportera del periódico local y desde que se mudó a Londres se encuentra perdida en una ciudad que siente demasiado grande... y demasiado hostil. Pero cuando, con la ayuda de un encantador fotógrafo, Kate investiga un poco en la historia de la piscina de Brixton se da cuenta de que esta es la oportunidad que ha estado esperando.
Porque, juntas, Rosemary y Kate están dispuestas a resistir y a demostrar que la piscina no es solo un lugar para nadar. Es el corazón de una comunidad y harán lo que sea para protegerla.
Porque, para cambiar las cosas, algunas veces tienes que nadar contracorriente.
El verano tardó en llegar (sobre todo para quienes lo esperáis con ansiedad, que no es mi caso) pero cuando llegó, al menos por estos lares gallegos, lo hizo, como suele ser habitual: de sopetón (aunque también es cierto que en estos momentos se está tomando un descanso) y claro cuando las temperaturas son tan insufribles lo que apetece son lecturas más ligeras, que no te exijan demasiado esfuerzo, que sean entretenidas y refrescantes y desde luego la portada de este libro invitaba a leerlo así, al sol y a pie de piscina, cosa que he hecho desde la primera a la última página. Eso sí, mi piscina se queda en un simple charco al lado de la piscina real de esta historia, que podéis ver en la fotografía, pero cumple con su cometido sin ningún problema.
En “Soñar bajo el agua” vamos a encontrarnos una historia de esas en las que todos sus personajes nos van a resultar entrañables, personajes que no dudan en "hacer piña" y unirse cuando alguno de ellos pide ayuda.
La novela nos sitúa en Londres y está protagonizada por dos mujeres que no pueden ser más diferentes entre sí, por un lado tenemos a Rosemary una anciana, viuda hace un par de años, que lleva nadando en la piscina de Brockwell Park más de ochenta. Rosemary tiene muchos amigos en su barrio, es un mujer muy querida y apreciada. Por otro lado tenemos a Kate, una joven periodista que llegó a Londres con grandes planes, pero que no solo no los ha conseguido sino que no se relaciona con nadie, va por la calle mirando sus pies para no tener que dirigirse a nadie y los ataques de pánico que sufre, hacen que cada vez se vaya encerrando más en sí misma.
No imaginan estas dos mujeres lo mucho que harán la una por la otra y es que parece que el Ayuntamiento ha decidido aceptar una suculenta oferta de un grupo inmobiliario para edificar en la zona de la piscina y transformarla en un gimnasio privado. Rosemary que no puede imaginar su vida sin esa piscina, que ya forma parte de su propia historia, prepara unos folletos donde se puede leer “Salvad nuestra piscina” y uno de esos folletos llega al periódico donde trabaja Kate a quien le encargan que escriba la historia que hay detrás de esa petición de ayuda y así es como las vidas de Rosemary y Kate acaban uniéndose. A pesar de la gran diferencia de edad entre ambas, conectarán enseguida y Rosemary le irá contando poco a poco su vida a Kate, cómo conoció al que fue su marido el mismo día que terminó la guerra, cómo la piscina siempre formó parte de sus vidas, cómo a pesar de no tener hijos fueron siempre muy felices y por su lado Kate, también acabará contándole por qué se siente tan sola.
Poco puede imaginar Kate, que esa invitación que le hace Rosemary de ir a nadar con ella cada mañana antes del trabajo va a hacer que poco a poco se vaya abriendo al mundo que la rodea y del que no era consciente. Acompañar a Rosemary significa dejar entrar en su propia vida a sus amigos, un grupo de vecinos encantadores que no dudan en acogerla entre ellos.
Lo que más me ha gustado de la novela por supuesto ha sido Rosemary, que a pesar de su edad da toda una lección de vitalidad a una persona como Kate, que con lo joven que es parece que ya está rendida, me ha gustado ese compañerismo entre vecinos, la impresión que transmiten de ser una gran familia, ese sensación de seguridad que da saber que si algo te pasa enseguida alguien se dará cuenta y estará ahí para ayudarte. También es muy bonita la historia de Rosemary y George, su marido, que ella poco a poco irá recordando. Lo que significaron el uno para el otro y la importancia de la piscina en sus vidas. Aunque ellos no tuvieron hijos, George se encargó de enseñar a nadar a un buen número de niños para los que la piscina era la única "playa" que habían conocido y dejar que la cierren es volver a perder de nuevo a George y esta vez para siempre. Rosemary sabe que cerrar la piscina es un error y no quiere que vuelva a pasar lo que ocurrió cuando cerraron la biblioteca en la que ella trabajaba. No hicieron nada al respecto y cuando la perdieron es cuando se dieron cuenta del tremendo error.
También me ha gustado lo necesario y revitalizador que se vuelve para Kate ese momento diario en el agua y la importancia que va teniendo para ella toda la gente que va conociendo, cómo en tan poco tiempo está dispuesta a luchar por algo que unas semanas atrás no le hubiera importado. Salvar la piscina, o al menos intentarlo, le ayuda a salvarse a sí misma y demostrarse cuánto vale.
Yo es que nunca conozco vecindarios tan molones como los de las novelas, la verdad.
Puedes leer las primeras páginas: AQUÍ
Kate es una joven reportera del periódico local y desde que se mudó a Londres se encuentra perdida en una ciudad que siente demasiado grande... y demasiado hostil. Pero cuando, con la ayuda de un encantador fotógrafo, Kate investiga un poco en la historia de la piscina de Brixton se da cuenta de que esta es la oportunidad que ha estado esperando.
Porque, juntas, Rosemary y Kate están dispuestas a resistir y a demostrar que la piscina no es solo un lugar para nadar. Es el corazón de una comunidad y harán lo que sea para protegerla.
Porque, para cambiar las cosas, algunas veces tienes que nadar contracorriente.
El verano tardó en llegar (sobre todo para quienes lo esperáis con ansiedad, que no es mi caso) pero cuando llegó, al menos por estos lares gallegos, lo hizo, como suele ser habitual: de sopetón (aunque también es cierto que en estos momentos se está tomando un descanso) y claro cuando las temperaturas son tan insufribles lo que apetece son lecturas más ligeras, que no te exijan demasiado esfuerzo, que sean entretenidas y refrescantes y desde luego la portada de este libro invitaba a leerlo así, al sol y a pie de piscina, cosa que he hecho desde la primera a la última página. Eso sí, mi piscina se queda en un simple charco al lado de la piscina real de esta historia, que podéis ver en la fotografía, pero cumple con su cometido sin ningún problema.
LIDO-Piscina Brockwell Park |
En “Soñar bajo el agua” vamos a encontrarnos una historia de esas en las que todos sus personajes nos van a resultar entrañables, personajes que no dudan en "hacer piña" y unirse cuando alguno de ellos pide ayuda.
La novela nos sitúa en Londres y está protagonizada por dos mujeres que no pueden ser más diferentes entre sí, por un lado tenemos a Rosemary una anciana, viuda hace un par de años, que lleva nadando en la piscina de Brockwell Park más de ochenta. Rosemary tiene muchos amigos en su barrio, es un mujer muy querida y apreciada. Por otro lado tenemos a Kate, una joven periodista que llegó a Londres con grandes planes, pero que no solo no los ha conseguido sino que no se relaciona con nadie, va por la calle mirando sus pies para no tener que dirigirse a nadie y los ataques de pánico que sufre, hacen que cada vez se vaya encerrando más en sí misma.
No imaginan estas dos mujeres lo mucho que harán la una por la otra y es que parece que el Ayuntamiento ha decidido aceptar una suculenta oferta de un grupo inmobiliario para edificar en la zona de la piscina y transformarla en un gimnasio privado. Rosemary que no puede imaginar su vida sin esa piscina, que ya forma parte de su propia historia, prepara unos folletos donde se puede leer “Salvad nuestra piscina” y uno de esos folletos llega al periódico donde trabaja Kate a quien le encargan que escriba la historia que hay detrás de esa petición de ayuda y así es como las vidas de Rosemary y Kate acaban uniéndose. A pesar de la gran diferencia de edad entre ambas, conectarán enseguida y Rosemary le irá contando poco a poco su vida a Kate, cómo conoció al que fue su marido el mismo día que terminó la guerra, cómo la piscina siempre formó parte de sus vidas, cómo a pesar de no tener hijos fueron siempre muy felices y por su lado Kate, también acabará contándole por qué se siente tan sola.
Poco puede imaginar Kate, que esa invitación que le hace Rosemary de ir a nadar con ella cada mañana antes del trabajo va a hacer que poco a poco se vaya abriendo al mundo que la rodea y del que no era consciente. Acompañar a Rosemary significa dejar entrar en su propia vida a sus amigos, un grupo de vecinos encantadores que no dudan en acogerla entre ellos.
Libby Page. Fotografía de The Times |
También me ha gustado lo necesario y revitalizador que se vuelve para Kate ese momento diario en el agua y la importancia que va teniendo para ella toda la gente que va conociendo, cómo en tan poco tiempo está dispuesta a luchar por algo que unas semanas atrás no le hubiera importado. Salvar la piscina, o al menos intentarlo, le ayuda a salvarse a sí misma y demostrarse cuánto vale.
Cuando flota en sus aguas frías, es como si la consciencia de sí misma y todas las ansiedades que esto conlleva flotaran también y se alejaran. en el agua no es Kate, sino un cuerpo rodeado y protegido por el agua y por el sol. El agua la hace sentirse capaz de cualquier cosa.No sé si calificaría “Soñar bajo el agua” como una novela Feel-good, pero es una bonita y optimista historia, aunque también es cierto que no perdurará mucho en mi recuerdo, quizás porque en líneas generales es muy predecible y no tiene grandes sorpresas. Hasta el final, que imaginé desde el primer capítulo, ocurrió tal como esperaba, sin embargo es un libro que se lee con gusto, es una historia sencilla y amable de esas que es más fácil encontrar en un libro que en la vida real y me parece una buena forma de empezar en el mundo de la literatura. Le queda mucho camino a esta joven autora, pero creo que lo hará muy bien.
Yo es que nunca conozco vecindarios tan molones como los de las novelas, la verdad.
Puedes leer las primeras páginas: AQUÍ
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