Esta vez he sido rápida. Aquí traigo la reseña de la novela que os presentaba el pasado viernes en el BBF y que como ya os dije, tenía muchas, muchas ganas de leer. Me la autoregalé las pasadas Navidades y hoy le reservo en este blog un sitio para recomendárosla. A estas alturas la mayoría sabréis ya quién es Ismael Cruceta, si no por su primera novela
"Luz de libertad", quizás por su estupendo blog
"Cajón de historias", un espacio donde tiene cabida todo lo relativo al cine y la música, además de sus reseñas sobre libros. Un espacio que ha permitido que a lo largo de estos años le hayamos ido conociendo cada día un poco más.
Si algo me dejó claro "Luz de libertad" fue la capacidad de Ismael para transmitir emociones, dejándome un poquito encogido el corazón con aquel libro y otro poquito con este, porque la lectura de esta novela no ha hecho más que confirmar lo que yo pensaba y ha vuelto a conseguir que cierre sus páginas emocionada y deseando darle un abrazo enorme a esa inolvidable Anita, la amiga que todos quisiéramos tener.
La novela arranca con la celebración de la llegada al gobierno de Felipe Gonzalez, allá por año 82. Se preveen cambios positivos para el país y Leonardo Soto, que es apenas un niño de seis años, sale a celebrarlo a las calles de Madrid con sus padres, pero para él ese día no será importante por lo mismo que lo es para los mayores, para él será una noche inolvidable porque se encontrará por primera vez frente a Soledad, otra niña como él cuya mirada quedará grabada para siempre en la mente de Leonardo. A partir de esta noche veremos crecer a Leonardo y seremos testigos de las veces que la vida cruza en su camino a Soledad, hasta que llega el día en que son presentados formalmente por Anita, una íntima amiga de Leonardo.
¿Y cómo se cruzan las vidas de Anita y Soledad? Pues del modo más inesperado. Anita, la gran Anita Reina de Córdoba, acaba de ser diagnosticada de una enfermedad que ya no tiene cura y en lugar de quedarse en casa a llorar, decide vivir más que nunca y marcharse a trabajar a la Embajada Francesa de Sri Lanka, un país que siempre ha deseado conocer (y donde a ser posible, espera encontrar un hombre con la piel tostada y ojos de color aceituna que la quiera), siendo Soledad quien la ayude con todos los trámites burocráticos necesarios. Anita quiere aportar su granito de arena trabajando en un país cuya situación política es muy complicada, pero también quiere conocer el país, empaparse de otra cultura, de sus paisajes y costumbres y ya no puede permitirse el lujo de dejarlo para "otro momento".
La verdad es que he disfrutado mucho con estos tres personajes, aunque no de igual modo con todos. Los tres son muy humanos, con sus virtudes y defectos, son firmes y consecuentes con las decisiones que toman, pero creo que como le pasará a más de un lector, el que menos me ha llegado ha sido Soledad. Sinceramente pienso que ha sido porque no he conocido en profundidad su historia y por lo tanto no acabo de comprender su forma de ser y de actuar, pero Leonardo y Anita, sobre todo ella, han sido muy diferentes.
Leonardo y Anita lo comparten todo. Él un hombre que iba para pintor y que cambió los pinceles por las letras, convirtiéndose en un autor de éxito. Ella una licenciada en Magisterio que no ha pasado de operadora telefónica en una compañía de seguros. Son de estos amigos que ya casi llegan a categoría de hermanos (en realidad muchos hermanos quisieran llevarse como ellos dos), con los que se comparten penas, alegrías, dudas, alguna que otra cogorza, en fin, de esos para los que no se tienen secretos.
Leonardo es un hombre maravilloso, que te apetece conocer, un hombre que lleva guardada en la retina la imagen de una mujer para la que reserva una parte de su corazón y por eso mismo me gusta, pero será Anita Reina de Córdoba, la que robe el corazón de todos los lectores y si no me creéis esperar a leer la novela. No nos quedará más remedio que darle la razón a Leonardo cuando dice que Anita es la mujer más maravillosa que ha conocido. Anita, que a pesar de ese demoledor diagnóstico demuestra ser una mujer atrevida y osada y decide vivir a tope y con intensidad el tiempo que le queda, contagiando al lector su vitalidad y sus ganas de disfrutar de la vida. Quizás en Sri Lanka encuentre lo que no ha sido capaz de encontrar en Madrid en 32 años.
Que a Ismael le gusta viajar también es algo que queda bien patente en esta historia que no podía transcurrir en un solo escenario y por eso nos llevará por la calles de su Madrid (creo que siempre habrá un hueco para Madrid en sus novelas), de Montpellier y sobre todo y en profundidad por las calles y paisajes de distintas zonas de Sri Lanka. Será Anita, a través de sus cartas a Leonardo quien nos permitirá viajar por ese exótico país y disfrutar con ella de cada cosa nueva que ve y que aprende.
Es evidente que la novela me ha encantado y por eso os la recomiendo. Es una historia de amor y amistad ante todo, donde el destino todo lo va uniendo, una lección de vida, de
ganas de vivir, es una lectura entrañable, no penséis que os vais a morir de pena, porque no es así, incluso tiene unas pinceladas de humor, que al menos a mí me han sacado la sonrisa en más de una ocasión. Es cierto que también se esconden lágrimas entre sus hojas, pero todos sabemos que las lágrimas no siempre brotan por pena ¿no?
No encontrareis "La lágrima de la India" por cientos en las librerías ni en los grandes almacenes entre el último éxito de la temporada de las grandes editoriales, aunque tenga categoría de sobra para estarlo, y por eso mismo desde aquí os animo a que le deis una oportunidad y la sigáis recomendando. Es la única forma de que llegue al mayor número de lectores y si os gusta no dudeis en sumergiros también entre las páginas de "Luz de Libertad". También os llegará muy adentro y os daréis cuenta de la evolución de Ismael como escritor.
Ismael, bribón (sí, lo sé, es una palabra en desuso), he disfrutado de nuevo y además muchísimo con una novela tuya y sabes (y si no lo sabes te lo digo yo) que aquí me encontrarás dispuesta a leer la próxima.
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